El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, confirmó el sábado que el ejército ucraniano llevó a cabo un ataque sorpresa en la provincia rusa de Kursk, iniciado el 6 de agosto. Esta ofensiva marca una escalada significativa en el conflicto, ya que, aunque el Kremlin afirma haber contenido la incursión, los combates continúan casi una semana después.

Según Zelensky, las fuerzas ucranianas están en control de aproximadamente 1.000 kilómetros cuadrados del territorio ruso, una afirmación que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha calificado de “grave provocación”. Hasta el lunes, más de 121.000 personas han sido evacuadas de la región de Kursk y otras 11.000 de la vecina Bélgorod.

El gobernador de Kursk, Alexey Smirnov, confirmó que un área de 12 kilómetros de largo por 40 de ancho, incluyendo 28 poblaciones, está bajo control ucraniano, lo que señala una operación de mayor escala en comparación con las incursiones anteriores.

Cuatro claves para entender la incursión:

1. Cambio de narrativa: La incursión en territorio ruso es vista como una maniobra para alterar la percepción de la guerra. Expertos como Andreas Umland y John Hardie sugieren que Ucrania busca revitalizar la moral interna y la confianza internacional, cambiando la narrativa de la guerra y mostrando que Rusia enfrenta ahora una invasión significativa.
2. Nueva posición para negociar: La ofensiva podría posicionar a Ucrania de manera más favorable en futuras negociaciones con Rusia. Al trasladar el conflicto a suelo ruso, Ucrania pretende cambiar el enfoque de las conversaciones hacia un intercambio de territorios en lugar de aceptar demandas rusas.
3. Redistribución de tropas: La incursión podría forzar al Kremlin a desviar recursos de sus frentes en Ucrania, potencialmente permitiendo a Ucrania recuperar áreas perdidas. Sin embargo, algunos expertos temen que la maniobra no logre cambios significativos y pueda poner a Ucrania en una situación más precaria.
4. Desafío para Putin: La ofensiva ha afectado la imagen del Kremlin, exponiendo la vulnerabilidad de Rusia y complicando la narrativa oficial. Aunque Rusia ha prometido una “respuesta dura”, Putin aún no ha amenazado con usar armas nucleares, lo que podría indicar un intento de evitar una escalada mayor.