Un devastador ataque perpetrado, este sábado 10 de agosto de 2024, contra una escuela de la Agencia de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para los refugiados palestinos (UNRWA) en Gaza, ha dejado decenas de muertos, entre ellos muchas mujeres y niños, en medio de la intensificación de los bombardeos israelíes, desde el pasado 7 de octubre.
Este último ataque ha generado una ola de indignación global, especialmente entre las agencias humanitarias de la ONU, que han renovado sus llamados urgentes por un alto el fuego humanitario.
Philippe Lazzarini, responsable de la UNRWA, denunció en redes sociales las “horribles imágenes de decenas de personas muertas y heridas” en la escuela que albergaba a miles de desplazados en el norte de Gaza. “Estos ataques no pueden convertirse en algo habitual, deben parar. Un alto el fuego humanitario no puede esperar más”, exigió el directivo.
A este llamado se unió Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF, quien condenó la matanza en otro tuit: “La carnicería debe terminar. El sufrimiento debe terminar. Esta pesadilla para los niños debe terminar ¡YA!”, exigió.
Los ataques también han sido condenados por Adele Khodr, representante de UNICEF en la región, quien enfatizó que “los niños, las escuelas y los refugios no son un objetivo. Es necesario un alto el fuego inmediato”.
Asimismo, Martin Griffiths, responsable de la Oficina de Coordinación de la Ayuda Humanitaria de la ONU, recordó que “los refugios son un lugar para la seguridad. Las escuelas son un lugar para aprender (…) La humanidad debe prevalecer”.
“Israel está cometiendo un genocidio contra los palestinos, un barrio a la vez, un hospital, una escuela, un campo de refugiados a la vez, una zona segura a la vez. Con armas estadounidenses y europeas”, declaró Francesca Albanese, relatora especial de la ONU, en la red social X.
De igual forma, Estados Unidos manifestado su “honda preocupación” y pidió un alto el fuego; Egipto calificó al bombardeo como “un asesinato deliberado” y para Irán es un “genocidio y un crimen de guerra”.
También se sumó a las críticas el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, quien se declaró “horrorizado” por el ataque perpetrado Israel.
El Ejército israelí, que ha reconocido el ataque, sostiene que se trata de un centro de mando que servía de escondite para los terroristas de Hamás, mientras el Gobierno de Gaza denunció que se trata de una escuela que se encuentra junto a una mezquita y que el bombardeo ocurrió a la hora del rezo.
Este hecho eleva la ya fuerte tensión en la frontera entre Israel y Líbano, donde la milicia libanesa Hezbolá ha reivindicado al menos ocho ataques en una nueva jornada de fuego cruzado.
Desde el inicio del conflicto, Israel ha lanzado miles de misiles sobre la Franja de Gaza, causando más de 11.000 muertos, la mayoría mujeres y niños, hasta el 11 de noviembre. Esta escalada de violencia sigue aumentando la presión internacional para que se detenga la ofensiva y se protejan a los civiles atrapados en el conflicto.
El director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, destacó en la Asamblea General de la ONU que si bien los ataques de Hamás contra Israel son injustificables, la magnitud de la respuesta israelí también es difícil de justificar: “Con cada bomba que mata o mutila a un niño en Gaza, la escala de la respuesta de Israel parece cada vez más injustificable”.
Tedros concluyó con un llamado a la comunidad internacional: “Si ustedes (…) no quieren o no pueden detener este derramamiento de sangre, debemos preguntarnos, ¿para qué sirven?”
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