‘Como si hubiera un toque de queda’: el cambio radical que hubo en Caracas después de las elecciones

Ago 9, 2024

Al caer la noche en Caracas, la tensión regresa a sus calles.Cada motocicleta, cada auto, cada persona que pasa genera sospecha e inquietud.

En Caracas, la noche trae consigo una atmósfera de tensión y desconfianza. La situación ha cambiado drásticamente desde el 18 de julio, cuando la ciudad parecía más dinámica y menos insegura que en años anteriores. Sin embargo, la elección presidencial del 28 de julio ha transformado el paisaje urbano y la vida diaria de sus habitantes.

La Caracas que visité antes de la elección era vibrante, dice el enviado especial de la BBC Mundo Norberto Paredes, al exponer que barrios como Petare mostraban un dinamismo renovado. Sin embargo, tras el controversial resultado electoral, la ciudad ha experimentado una creciente represión. En el barrio 23 de Enero, conocido por su agitación nocturna, la vida se ha vuelto sombría con calles desiertas y un toque de queda no oficial impuesto por los colectivos chavistas.

“Desde la elección y la represión a las protestas que ha seguido todos estamos con miedo. Nos andamos con mucha precaución. Ya muchos ni siquiera se atreven a hablar de política en público”, murmura una ciudadana desde una esquina desierta en el centro histórico de Caracas, donde trabaja como comerciante, al corresponsal del medio británico.

El 30 de julio, las protestas que estallaron tras el anuncio de Nicolás Maduro como ganador de las elecciones resultaron en enfrentamientos con las autoridades y una ola de detenciones. La represión ha sido intensa y se ha focalizado en los barrios populares, con detenciones arbitrarias y violaciones a los derechos humanos reportadas por activistas.

“Venezuela actualmente está siendo gobernada mediante el miedo”.

A pesar del miedo y la represión, la vida sigue en Caracas. Algunos negocios han comenzado a reabrir, aunque con menos clientes y horarios reducidos. La ciudad muestra signos de regresar a una cierta normalidad, pero el miedo persiste. Los caraqueños viven con la incertidumbre y desconfianza, temiendo ser denunciados o arrestados por sus opiniones o actividades.



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