Se dice que las leyes y normas se han creado para regular la conducta de las personas y permitir una convivencia armoniosa en sociedad. Cumplir la ley para vivir en paz parece una idea razonable para cualquier persona sensata. Sin embargo, por razones que aún no comprendo del todo, la ciudadanía ha encontrado en la autoridad una flexibilidad que permite el incumplimiento de las normas sin enfrentar sanciones.
Este fenómeno se hizo evidente hace unas semanas en la capital de Ecuador, cuando la Agencia Metropolitana de Tránsito anunció que reforzaría los controles de velocidad y llevaría ante la autoridad competente (jueces) a los infractores. Para muchos, incluida yo, esto era lo lógico. No obstante, debemos entender que la mayoría de los habitantes de Quito, habiendo vivido muchos años en franca rebeldía contra las normas de tránsito, vería esta “nueva” intervención como algo irracional y exagerada.
Si bien algunos aplaudimos los controles de velocidad, la mayoría de los conductores lo vio como un exceso de autoridad el “meter presos a los infractores”. Aquí es donde debo señalar que solo a un inepto le puede salir mal cumplir con la ley. Así fue como el Municipio de Quito, a pesar de contar con una radio municipal y grandes profesionales en comunicación, logró fallar en la comunicación sobre implementación del control de las normas de tránsito.
Es difícil imaginar cómo alguien puede ser tan ciego al emitir comunicados oficiales sobre los controles, tratando siempre de llevarse el crédito por cumplir con su trabajo y omitiendo informar que, son los jueces quienes disponen prisión en este tipo de infracciones.
Pero esto no le pasó a nuestro Alcalde de Quito. Intentaron presentarse como la autoridad todopoderosa y terminaron viéndose como los villanos, y además de villanos, como inútiles. Solo a ellos les puede salir mal la comunicación sobre sus competencias y la importancia de cumplir las normas para proteger la vida de conductores y peatones.
Así transcurre la vida de los quiteños, con autoridades que no saben qué hacer con tanta responsabilidad, instituciones y presupuesto. Es como ver a un burro frente al piano.
0 comentarios