Luis Antonio Guijarro es ingeniero Civil Hidráulico, M.Sc. en gestión de Recursos Hídricos; magíster en Protección Medioambiental y de Cauces, y especialista en Sostenibilidad y Energías Renovables. Director de la División de Ingeniería de Aguas Residuales y Reúso en CES Consulting Engineers Salzgitter GmbH, responsable de proyectos en Europa, Asia, y Latinoamérica.

Luego de la reunificación de las dos Alemanias en 1990 se elaboró la Constitución de 1949 de la RFA para la nueva República Federal de Alemania y sus 16 estados federados.

El 23 de mayo de 1949, en Bonn se firmó y entró también en vigor la Constitución alemana; el artículo 20 establece una república federal, democrática, social y constitucional.

La Constitución alemana es admirable en muchos aspectos. El mismo inicio de la Carta Magna es remarcable: “La dignidad del ser humano es intocable” (Art. 1). Remarcable, por referirse a un derecho fundamental del hombre en general y no en particular al ciudadano alemán.

En líneas generales, esta ley fundamental del Estado alemán fue concebida bajo un espíritu de pacifismo y de antimilitarismo, con la intención de preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra; consecuencia lógica de la Segunda Guerra Mundial y tomando como ejemplo los propósitos y principios básicos de la carta fundacional de la ONU.    

Los movimientos migratorios producto, especialmente, de las guerras en Irak y Siria han llevado a un fortalecimiento de los partidos de derecha, pero, sobre todo, de los de extrema derecha, con el discurso del cierre de fronteras y discursos xenófobos que difieren del artículo primero de la Constitución alemana.

La guerra en Ucrania no ha desbocado solamente el discurso bélico a favor de la guerra, sino también el gasto; de hecho, Alemania es el segundo país en el mundo después de Estados Unidos en proporcionar ayuda a Ucrania, con un monto total de $50.000 millones. A este clima de polarización se ha sumado la guerra de Gaza y la negativa del Gobierno alemán de hablar de genocidio.    

En mayo pasado. Alemania ha festejado los 75 años de su Constitución. En este clima polarizado nace la pregunta: ¿Hay razón para celebrar? De seguir por el derrotero de militarismo, la Constitución debería ser enmendada; o los políticos deciden enfrentar el futuro próximo con apego a la Carta Política actual, de la cual los alemanes siempre se han sentido muy orgullosos. ¡Y con razón!