¿Qué tal si mañana los ecuatorianos son sorprendidos con el anuncio de un paro nacional de profesores, liderados por la UNE, porque quieren confirmar su compromiso vital, preparar y entregar al país estudiantes de calidad superior, solo comparados con los que ocupan los primeros lugares? ¿Y que los transportistas públicos cuentan que, desde ahora y para siempre, ofrecerán un excelente servicio a sus usuarios, con vehículos en perfecto estado y cero accidentes?
¿O, también, por qué no, que los trabajadores y profesionales de la salud pública y del IESS se toman las calles para, en medio de ruido que ensordece, revelar su determinación de poner a funcionar la red hospitalaria a su máximo posible -entendiéndose las limitaciones actuales-, al tiempo de eliminar para siempre la corrupción existente?
¿O, asimismo, para la admiración global, que los miembros de la Policía Nacional, de las Fuerzas Armadas y de otras instituciones relacionadas, se declaran en momento permanente de unción cívica, para que la población esté segura de que su trabajo será inmaculado, que los malos elementos no serán parte de sus filas y que ha sido erradicada toda suerte de complicidad y encubrimiento con el delito en todas sus formas?
¿O, para quedarse perplejos, que todos los integrantes de la administración de justicia, sin excepción de nivel jerárquico, aparezcan a lo largo y ancho del Ecuador afirmando que quieren ser reconocidos como los más honestos de la tierra; que sus actos nunca más serán motivo de duda en cuanto a la honorabilidad demostrada en cada procedimiento? ¿Y, para el entusiasmo general, que todos los del emprendimiento privado, pequeños y grandes, confiesan sus corruptelas, se disculpan y se comprometen, de por vida, a no evadir el pago de impuestos, repartir correctamente las utilidades, respetar a los trabajadores y renunciar al perdón de sus deudas con el fisco y con la banca pública?
¿O, para la fascinación y excitación pública, que los dirigentes de las organizaciones gremiales, de indígenas, campesinos, trabajadores, convocan a la gran huelga nacional contra la minería ilegal, el contrabando de combustibles, los voraces contratos colectivos, la destrucción de las ciudades, los cierres de carreteras, los sabotajes a servicios públicos, la negligencia e insensibilidad burocrática, y contra las pérdidas multimillonarias que sus acciones ocasionan al país?
¿O, para el estupor, desconcierto y caerse patas arriba, que el gobierno central y la asamblea nacional dan un paso al costado, se deshacen de sus exclusivos afanes electorales y afirman entregarse en cuerpo y alma al trabajo que permita hacer realidad el justo anhelo de bienestar de los ecuatorianos?
¿O, para concluir, que este comentarista está absolutamente equivocado en lo que cree que son imposibles y, por consiguiente, un Ecuador diferente y exitoso sí es posible? ¡Que el tiempo, más pronto que tarde, lo desmienta!
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