La yuca fue uno de los principales alimentos consumidos por los antiguos pobladores, que durante el Periodo Formativo (3.500 – 500 a.C.) se asentaron en el noroccidente de Quito, donde actualmente funciona el Parque Arqueológico y Ecológico Rumipamba, que administra el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP).

Pese a que no se cultivaba localmente, el intercambio con sociedades del noroccidente de la provincia, permitió a estos pueblos incorporar el tubérculo a su dieta, según lo ratifica la investigación que se desarrolló desde inicios del segundo trimestre de este año, liderada por el arqueólogo Daniel Soria.

Se identificaron 12 fragmentos de cerámica que, aunque no se pudieron restaurar, mostraron residuos de yuca, papa, maíz y fréjol, componentes de la dieta diaria. Además, se registró una nueva variedad de fréjol, que sugiere actividad comercial con pobladores de asentamientos situados en pisos climáticos distintos.

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Entre los hallazgos destacan herramientas elaboradas con obsidiana, que se utilizaban para cortar; y fragmentos de este material que, tras ser sometidos a pruebas de laboratorio, permitieron establecer que los objetos no se traían elaborados, sino que se proveían de la materia prima de las minas cercanas y se tallaban en el lugar.

Además, se recuperó una muestra de carbón que permite inferir la ocupación de personas en este sitio, entre 788 y 551 a.C. Se maneja la hipótesis de que se trataría de un área periférica alasentamiento principal que data del Periodo Formativo, donde se encontraron las estructuras o contextos primarios, actualmente expuestos.

“Este trabajo es un valioso aporte al conocimiento de nuestro pasado, pues proporciona herramientas para reconstruir, dar significado a los sitios arqueológicos y entender mejor el aprovechamiento del territorio por nuestros antepasados”, detalló Soria.