Por Diego Torres Hadathy – Corresponsal en EE.UU.
Diez candidatos -entre ellos la vicepresidenta- están listos para reemplazar a Joe Biden en la disputa contra Donald Trump, luego del primer debate presidencial. El mandatario estadounidense ha sido señalado como el perdedor y recibió una incansable y despiadada descarga de críticas.
Errático, incomprensible, cansado, distraído son algunos de los calificativos que se han escuchado en los medios de comunicación y en las redes, respecto del desempeño de Biden en esa comparecencia, en la que hasta el mismo Trump se mostraba sorprendido ante algunas respuestas de su contendiente.
Lo cierto es que el pánico se ha apoderado del partido Demócrata, pues el debate ha dejado en entredicho la capacidad de Biden (81años) para enfrentar a Trump (78 años) y dirigir la nación y -más grave aún- despertó la amenaza de que los financistas de la campaña se retiren.
El enfrentamiento con Trump reavivó los temores respecto de la salud física y mental del presidente Biden, que ha sido captado distraído, hablando solo o con dificultades para desplazarse en varios actos públicos.
Algunos importantes financistas de la campaña y miembros del Comité Nacional del Partido Demócrata han manifestado, públicamente, que Biden debería retirarse de la lid presidencial y permitir que una persona más joven tome su lugar.
Trump se burla de Biden y dice que Kamala Harris será la candidata de los demócratas
Biden ha aceptado que no tuvo “una buena noche” durante el debate y ha jurado que está en condiciones de enfrentar a Trump y de seguir gobernando. Pero nadie le cree.
Los demócratas tendrán su última oportunidad de sacar del camino a Biden en la convención nacional del partido que se realizará en agosto y ya han elaborado una lista de candidatos que encabeza la vicepresidenta Kamala Harris y que incluye a los gobernadores de California Gavin Newsom, de Michigan Gretchen Whitmer, de Pennsylvania Josh Shapiro e Illinois J. B. Pritzker; a los senadores Bernie Sanders de Vermont, Elizabeth Warren de Massachusetts y Amy Klobuchar de Minnesota al igual que el Secretario de Transporte Pete Buttigieg y el representante por California Ro Khanna.
Todos ellos estarían obligados a realizar una rápida campaña para convencer a las delegaciones de los diferentes estados e intentar ganar la nominación, lo cual representaría un retroceso para el Partido Demócrata que no había pasado por un proceso así desde 1960, cuando John F. Kennedy y Lindon Johnson se enfrentaron por el cargo.
El equipo de campaña de Biden, acusado de no tomar con seriedad el fracaso del debate, se mantiene firme detrás de su candidato y presentó como su carta fuerte a Jill, la primera dama, que salió a defender a su esposo con el argumento de que una noche o una conversación no pueden borrar cuatro años de presidencia.
Trató de apuntalar la alicaída imagen de Biden con el anuncio de que habían logrado recaudar $27 millones, tan solo cinco días después, en una comparecencia del presidente en Massachusetts.
Mientras tanto en el cuartel general Republicano -que también debe escuchar que califiquen a su candidato de malévolo, vanidoso y criminal- las muestras de satisfacción por la victoria no cesan y se mantienen optimistas porque el presidente segurirá en campaña. Saben que la única forma de enfrentar a un nuevo candidato depende de que Biden, voluntariamente, dé un paso al costado. “Y eso no va suceder”, aseguró Chris LaCivita el asesor principal de la campaña de Donald Trump.
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