Me cuestiono si estoy cumpliendo a cabalidad con el privilegio recibido al ofrecerme espacios para hacer opinión pública. No se trata, aclaro, del ejercicio del periodista que informa por reportería, crónicas, entrevistas o reportajes, que son los géneros más conocidos, sino el de aquel que hace el papel de comentarista sobre temas específicos o de interés general, nacionales o internacionales. El periodista informador tiene límites, sólo puede contar hechos tal cual han sucedido; está prohibido de agregar opiniones o interpretaciones personales. Esto último ha sido otorgado a quienes se les ha permitido y dado el honor de opinar, y que no siempre se trata de periodistas profesionales, pero que en todos los casos están obligados a responder de manera personal. Salvo la opinión editorial, que no tiene firma, debe ser respondida por el medio de comunicación que la divulga.
El cuestionamiento se produce en medio de la situación muy difícil y muy preocupante por la que atraviesa el país en todos los órdenes. Lo he dicho repetidamente -y volveré a recordarlo cuando sea necesario-, el más importante rol del ejercicio periodístico es su contribución al desarrollo del país o localidad donde ejerce y al progreso social de su población. Allí radica su principal justificación de su existencia. Durante largo tiempo, a base de los sucesos violentos derivados de la acción delictiva en unos casos y de la política partidista en otros, en el ámbito del análisis para la opinión en los medios convencionales y digitales lo que destaca es el propósito de atizar el fuego, de destruir e inclusive de servir a intereses particulares.
Las libertades de pensamiento, de expresión y de opinión son grandiosas y, siendo tales, deben utilizarse para positivos fines. En lo que nos ocupa, no es para usarse en la opinión fácil de censurar todo y de no proponer nada. La realidad del Ecuador no es asunto exclusivo de unos -menos si esos unos son irresponsables, negligentes y hasta ignorantes en muchos casos. La salida victoriosa de esta realidad obliga al concurso de todos, y, entonces, lo que se haga o se deje de hacer en los medios de comunicación social, especialmente en materia de opinión, es trascendental, ya que, como se sabe, el ciudadano es el propietario de la información y el medio es el encargado de dársela de manera veraz y oportuna. En ninguna parte se dice que hay que hacerlo en forma sesgada, o tendenciosa o falsa.
Cuestionarse si se está realizando bien la tarea no es opcional, es deber ineludible. Las ideas, las simpatías, las amistades, las creencias, no tienen por qué desaparecer. Lo que no debe faltar es el compromiso con el Ecuador, con los ecuatorianos.
0 comentarios