En medio de una nueva ola migratoria, Ecuador se enfrenta a la mayor crisis desde el colapso del sistema financiero en 1999. Más de 120 mil ecuatorianos se encuentran varados en el Darién, mientras que en 2023 cerca de 20 mil fueron deportados desde México.

Detrás de estas estadísticas impactantes se esconden historias humanas de dolor, sacrificio y esperanza. Alejandro Bueno, un joven ecuatoriano, protagonizó un acto de valentía al rescatar a un niño venezolano de dos años en la selva del Darién. Esta ruta, utilizada por los migrantes, atraviesa Colombia y Panamá.

Según Hermel Mendoza, miembro de la Misión Scalabriniana en Ecuador, la migración es una realidad arraigada en la historia del país. Desde los años 50, la falta de oportunidades y el empobrecimiento han impulsado a millones de ecuatorianos a buscar una vida mejor en el extranjero. Cerca de 3 millones de ecuatorianos viven fuera de sus fronteras. Durante el gobierno de Daniel Noboa, más de 38 mil ecuatorianos han salido del país y no han regresado.

En medio de esta crisis migratoria, las remesas enviadas por los migrantes desempeñan un papel crucial en la economía nacional, superando los 5 mil millones de dólares en el año 2023, lo que representa un 3.8% del PIB. Sorprendentemente, el 50% de estas remesas son enviadas por mujeres, cuyo trabajo y contribución no son adecuadamente reconocidos ni valorados por el Estado.

Sin embargo, esta realidad tiene un lado oscuro. Las familias de los migrantes envían sumas significativas de dinero a México, donde operan bandas que secuestran a migrantes y extorsionan a sus familias con el pago de rescates. En 2023, más de 131 millones de dólares fueron enviados a este país, alimentando así a las bandas que explotan a los migrantes.

Ante esta situación, la respuesta del gobierno ecuatoriano ha sido insuficiente y desarticulada. La migración ecuatoriana no está siendo acompañada ni en el origen, atacando las causas, ni en el trayecto de los migrantes. Según Hermel Mendoza, quienes están pendientes de los migrantes son las organizaciones y redes de migrantes, mientras que el Estado solo aparece en casos específicos, como los secuestros o tragedias.