Expertos en nutrición destacan la importancia no solo de qué alimentos consumimos, sino también de cuándo los ingerimos, especialmente cuando se trata de perder peso. En este contexto, la crononutrición, que analiza el efecto de la alimentación en el ciclo circadiano, ha cobrado relevancia.

La recomendación principal de estos especialistas es mantener un “reposo digestivo” de al menos 12 horas, lo que se conoce como ayuno intermitente. Esto implica comer durante el día y evitar la ingesta de alimentos una vez que cae la noche, siguiendo el ritmo biológico natural del cuerpo humano.

La licenciada en Nutrición María Cecilia Ponce explica que respetar este ciclo circadiano vital ayuda a tener conciencia del hambre real, descansar el sistema digestivo y permitir que se restablezcan las funciones adecuadas para cada organismo. Además, señala que el ayuno intermitente puede inducir procesos orgánicos que reparan y detoxifican las células.

Durante el ayuno, que puede variar desde 12 hasta 24 horas, el metabolismo experimenta diferentes acciones. Por ejemplo, con un ayuno de 12 horas se logra un reposo digestivo que desinflama el intestino y activa las enzimas digestivas. A partir de las 14 a 16 horas de ayuno, se activan procesos como la apoptosis o autofagia, que permiten el “reciclaje” celular y mejoran la salud metabólica a largo plazo.

En cuanto a la elección de alimentos durante la noche, se recomienda optar por opciones ligeras y en porciones pequeñas. Algunas sugerencias incluyen huevos cocidos, choclo, pollo con puré de calabaza, queso con nueces, humus con verduras y pescado, todos ellos ricos en nutrientes y fáciles de digerir.

Es importante recordar que el objetivo no es simplemente dejar de comer por la noche, sino seleccionar alimentos de calidad que contribuyan a mantener un equilibrio energético adecuado y promuevan la pérdida de peso de manera saludable.