El caso Purga ha producido expresiones de asombro, como si la conexión entre políticos y la justicia fuese un descubrimiento de algo realmente novedoso.
Este columnista está atónito frente a este asombro. ¡Qué corta es la memoria o qué pequeña la imaginación de los ecuatorianos!
El manejo de la justicia ha sido parte esencial del accionar del Partido Social Cristiano durante décadas.
Debemos recordar el episodio en el Gobierno de 1984 a 1988 en el cual la Corte Suprema de Justicia de aquel entonces fue rodeada por tanquetas por orden del presidente de la República, para impedir que se posesionaran los jueces que habían sido nombrados por el Congreso Nacional.
Debemos recordar cómo al vicepresidente de la República en 1995, con la participación de un juez corrupto controlado claramente por el perseguidor, juez que luego fue destituido por el Consejo de la Judicatura y a quien también se le retiró la visa por corrupto, utilizando supuestas evidencias conseguidas producto de un delito, se le inició un juicio absolutamente ilícito que provocó la salida del vicepresidente y un golpe de Estado en el Ecuador.
Nos hemos olvidado acaso de que a Abdalá Bucaram, por gestión del PSC, se le consiguió milagrosamente que pueda retornar al Ecuador para ser candidato cuando estaba en el exilio en Panamá con una orden de prisión y que luego se lo volvió a sacar del país. Nos hemos olvidado también, como lo testifiqué en la Asamblea Nacional, de que fue evidente que a ese mismo personaje le pusieron droga por pedido desde el Ecuador.
Nos hemos olvidado de que ante la frase “lo voy a perseguir como perro muerto de hambre” las cortes se inclinaron ante la voz de su patrón y le iniciaron un infame juicio penal a una persona de la estatura moral de Gustavo Noboa Bejarano, quien tuvo que salir al exilio.
Hoy nos hemos olvidado de que los máximos ejecutivos de una transnacional del calibre de Holcim tuvieron que fugar del país porque osaron oponerse a una absurda resolución del alcalde de aquel entonces que cobraba la tasa de recolección de basura como un porcentaje de la planilla de luz. Ante el obvio y lógico reclamo de la empresa, los ejecutivos merecieron un juicio de terroristas. Una inentendible servidumbre de la justicia al patrón político.
El diputado que me llamó a juicio político y acusó en 1995, quien era gran manipulador de las cortes y brazo ejecutor del perseguidor, y a quien también le fue retirada la visa por corrupción en el manejo de la justicia, fue desnudado por el abogado Xavier Castro. A este abogado, que lo acusó de manipulador de la justicia, el diputado le planteó un juicio por daños y perjuicios. Castro presentó el listado con los cientos de llamadas a los jueces del país que el teléfono del personaje tenía. Fin del juicio, desnudado el acusador. Hoy una cuenta suya en Panamá y una casa de valores de su hijo y nuera figuran en el caso Isspol.
Por favor, conciudadanos. Basta de asombro. El PSC hace rato que debe pedir perdón al Ecuador por lo que desde los años 80 ha hecho con la justicia. No son los únicos. Pero ellos sembraron este mal.
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