Cuán grave es la crisis económica y energética que vive Cuba

Mar 19, 2024

Para muchos cubanos es como un deja vu de una experiencia muy traumática.

La isla vive una contracción económica que dura varios años y afecta la producción de alimentos, la disponibilidad de medicinas y va acompañada también de una altísima inflación de 3 dígitos.

El peso se deprecia constantemente. Hay apagones. La economía no tiene un aliado internacional que permita un alivio financiero. También hay una emigración masiva y protestas sociales, como las que se registraron el pasado fin de semana.

El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, reconoció en su cuenta de Twitter que “varias personas han expresado su inconformidad con la situación del servicio eléctrico y la distribución de alimentos”, pero acusó a los enemigos de la Revolución de intentar aprovechar este contexto con fines desestabilizadores.

“En medio de un bloqueo que pretende asfixiamos, seguiremos trabajando en paz para salir de esta situación”, añadió Díaz-Canel.

Según explica Pavel Vidal, profesor de economía en la Universidad Javeriana de Cali, la situación que atraviesa la isla en la actualidad tiene similitudes con los primeros años de la década de 1990, cuando tras la caída de ls URSS, los cubanos vivieron el que probablemente haya sido el momento económico más duro que les haya tocado desde el triunfo de la Revolución en 1959, conocido como el “Periodo Especial”.

Pascal Fletcher, quien fuera corresponsal en La Habana durante aquellos años y que actualmente es analista de BBC Monitoring, recuerda algunos de los cambios más visibles de aquella época.

“En aquella crisis económica que el entonces líder cubano Fidel Castro llamó eufemísticamente como ‘Período Especial en Tiempos de Paz’, los automóviles desaparecieron de las calles y caminos de la isla, las carretas tiradas por bueyes reemplazaron a los tractores en el campo y los cubanos cultivaron huertas en sus patios traseros y tejados en ejercicios de austeridad y resiliencia ‘revolucionarias’ para compensar la repentina escasez de suministros vitales”, señala.

Pero, ¿cómo se comparan estas dos crisis?

Pavel Vidal señala que desde el punto de vista macroeconómico, hay algunos indicadores que cayeron más durante el periodo especial, mientras que otros son similares.

Señala, por ejemplo, que hace 30 años el PIB cayó 35%, mientras que ahora no se ha contraído tanto pues bajó 11% durante la pandemia, pero luego se recuperó un poco.

La inflación, en cambio, sí es similar entre ambos periodos, mientras el déficit fiscal llegó en aquel entonces a 30% y esta vez no ha subido tanto, pero se ha mantenido alto por más tiempo.

“Creo que son crisis muy similares. Tampoco puedo decir que es peor porque creo que la economía ahora está más diversificada: hay más opciones que no estaban abiertas en el periodo especial, cuando no había remesas, no había turismo y la economía estaba completamente estatizada”, apunta.

Pobreza “alarmante”

El experto cree que en la coyuntura actual, aquellos sectores de la sociedad cubana que reciben remesas o están conectados con el incipiente sector privado pueden estar lidiando con la crisis de una mejor manera que otros grupos.

“Los pensionados y los asalariados del Estado que dependen de un ingreso fijo en pesos cubanos que no se ha ajustado a la inflación… no hay datos oficiales, pero yo creo que ahí las cifras de pobreza son alarmantes. Sobre todo en este sector de jubilados, cuya situación se ve agravada por el envejecimiento de la población. Ahí hay una situación muy complicada”, afirma.

Estas desigualdades entre distintos sectores de la isla son una de las razones por las que algunos economistas consideran que la coyuntura actual es más dura que la que se vivió en la década de 1990.

El economista Ricardo Torres, investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la American University en Washington, DC., sostiene que, aunque vista desde la perspectiva de las cifras de PIB la crisis actual pudiera parecer más “leve” que la del periodo especial, hay que considerar algunos aspectos desde el punto de vista cualitativo “para entender el agobio de las personas y cómo se puede sentir la crisis”.

Deterioro continuado

Torres destaca, por ejemplo, que el periodo especial estuvo precedido por una etapa de crecimiento económico, mientras que la coyuntura actual se presenta “después de casi 30 años de crisis permanente”.

“En los años 90, el país venía con un cierto bienestar que se había logrado en la década de los 80 tanto en términos de consumo como en términos de la calidad y la profundidad de los servicios sociales, educación, salud, con éxitos deportivos de clase mundial. Y todo esto en una sociedad bastante más igualitaria en términos del ingreso de lo que es ahora. No quiere decir que no había problemas, pero definitivamente era mucho más igualitaria en términos de los ingresos”, apunta.

Indica que aunque a partir de 1994, el PIB empezó a crecer nuevamente, hubo muchas áreas de la economía, de la sociedad y muchos grupos de la población que nunca recuperaron los niveles de vida y los niveles de actividad de la década de los 80.

Las diferencias entre esos dos puntos de partida iniciales también marcan, en su opinión, la capacidad del país de sobrellevar esta crisis.

“La infraestructura de Cuba, la que se construyó después del 59, estaba prácticamente recién construida en los 90. Pensemos en las plantas eléctricas, en las carreteras. Ahora esa situación es bastante más diferente. Las plantas eléctricas tienen 30 años más de uso, excediendo quizá ya los parámetros para los cuales estaban diseñadas. Muchas carreteras, por ejemplo, nunca han recibido mantenimiento en los últimos 30 años”, dice.

“Entonces, la infraestructura física está en un estado mucho más lamentable ahora, más deteriorada que en los años 90. Quizás la única infraestructura que está relativamente mejor hoy es la de telecomunicaciones, pues ciertamente se ha ampliado la disponibilidad de teléfono móvil e incluso el acceso a internet”, agrega.

Torres añade que la isla ha perdido capacidades productivas.

Migración masiva

“Hay muchos menos centrales azucareros, mucha menos industria manufacturera, menos agricultura y ganadería, por ejemplo. Hay más hoteles y aeropuertos y algunos de ellos son más modernos que los que había en los años 80, pero el balance en términos de infraestructura no es favorable”, señala.

El experto indica que en estas tres décadas, la isla ha perdido mucho capital humano debido a la emigración y al envejecimiento de la población.

“Durante el periodo especial la atención en los hospitales, por supuesto, sufrió, pero nada que ver con la situación que se está viviendo hoy. Lo mismo puede decirse de la educación. Cuba venía con un sistema educativo robusto, con mucho capital humano. Eso ya no es así. Al contrario, ha habido una migración masiva de profesores bien calificados que afecta todos los niveles”, dice.

Pero, además, asegura que se ha reducido el apoyo material que las personas pueden recibir del Estado, no solamente en términos de, por ejemplo, los medicamentos que pueden estar disponibles en un hospital, sino también en términos de los productos básicos que la gente recibe a través de la libreta de abastecimiento, sistema creado para controlar la distribución de ciertos productos básicos para la población.

“Eso que se mantuvo durante el periodo especial con ciertos problemas, ahora prácticamente ya no existe. O sea, se han reducido al mínimo los productos que dan por la libreta de abastecimiento. Los productos no llegan a las bodegas. Y a veces cuando llegan, lo hacen con meses de retraso”, señala.

En la visión de Torres, todos estos problemas resultan agravados por el hecho de que debido al aumento de la desigualdad, que hace que algunos sectores de la isla sean muy vulnerables a la crisis.

¿Una crisis más grave?

“A pesar de que el gobierno no difunde cifras oficiales al respecto, se sabe que los niveles de desigualdad eran muy altos ya para 2019. Eso quiere decir que un grupo importante de la población llega a esta crisis actual con niveles de vida muy deteriorados, con carencias importantes en términos de vivienda y de acceso a servicios sociales. Entonces, llegan con mucha desventaja y esta crisis que las golpea duramente. Y no tienen ya ningún tipo de recurso o de reserva para enfrentar esta situación”, afirma.

Al igual que el periodo especial, cuyo disparador fue la caída de la Unión Soviética y del bloque comunista -con la que Cuba perdió la mayor parte de su mercado exterior así como jugosos subsidios-, la crisis actual también se vio alimentada por factores externos.

Entre estos, los expertos citan la debacle de la economía de Venezuela -que durante el gobierno de Hugo Chávez se convirtió en el primer socio comercial de La Habana-, la reimposición de sanciones por parte de EE.UU. durante el gobierno de Donald Trump, la pandemia de covid-19 e, incluso, la invasión rusa de Ucrania (que ha influido en el aumento del precio de los fertilizantes y de los alimentos en el mundo).

A estos elementos hay que sumar lo que los economistas consideran como errores en las políticas internas, entre los cuales incluyen la reciente “reordenación monetaria” (un fallido intento por unificar el tipo de cambio), así como -en general- un conjunto de reformas económicas parciales e incompletas como -según señala Pavel Vidal- la iniciativa del exmandatario Raúl Castro de entregar a los agricultores en usufructo las tierras improductivas.

“El usufructo no le da al campesino la seguridad que necesita porque no tiene la propiedad de la tierra. Tienen millones de limitaciones para, por ejemplo, hacer construcciones en esa tierra y, además, la compra forzada por parte del Estado de una parte importante de la producción a precios ridículos hace que la actividad agropecuaria no sea financieramente viable”, apunta.

La suma de todos estos elementos lleva a que la crisis actual sea “mucho peor” que la del período especial, según dice a BBC Mundo Emilio Morales, presidente del Havana Consulting Group y vicepresidente del centro de estudios Cuba siglo XXI.

“Es una crisis mucho peor, más profunda. Han pasado ya más de 30 años desde el periodo especial. Aquella era una crisis más económica que política y social, y para salir de ella el gobierno tuvo que hacer algún ajuste, como permitir las remesas, la inversión extranjera, el turismo. Abrirse muy limitadamente al sector privado en aquel entonces. Todas esas medidas existen, están implementadas desde hace 30 años y el país se está cayendo a pedazos”, sostiene.

Una crisis multisistémica

“30 años después, esto se ha convertido en una crisis multisistémica. Es una crisis política, social, sanitaria, económica. Y todos esos factores de forma conjunta han generado esta tormenta que ahora mismo tú la ves en esta explosión social que está ocurriendo en diferentes lugares del país”, agrega en referencia a las protestas que se registraron en la isla el pasado 17 de marzo.

Torres, Vidal y Morales coinciden en señalar que el problema de fondo es un modelo económico que “no funciona”.

“La evidencia histórica es abrumadora en términos de que esos modelos de economía centralmente planificada, sobre todo de estilo soviético, no dieron resultado en ninguno de los países en los cuales se adoptó. Fíjate que las mismas China y Vietnam, a pesar de todavía tener partidos comunistas en el poder, ya hace más de tres décadas que aceptaron que ese modelo no era funcional y lo abandonaron”, apunta Torres.

Pavel Vidal indica que aunque se requieren cambios estructurales que no son de corto plazo, la isla ha pasado tres décadas haciendo reformas parciales e incompletas y el gobierno sigue apostando por la economía centralizada.

“Ellos siguen diciendo que la empresa estatal socialista es el principal actor de la economía cubana, pero es justamente la empresa estatal socialista la que no ha podido ofrecer ni electricidad ni comida a los cubanos”, apunta.

Las autoridades cubanas, por su parte, culparon a las sanciones estadounidenses por las dificultades que atraviesa la economía y acusaron al gobierno de EE.UU. y a los exiliados de Miami de incitar las protestas ocurridas en el oriente del país.

El 18 de marzo, el Encargado de Negocios de los Estados Unidos, Benjamin Ziff fue convocado al Ministerio de Relaciones Exteriores para escuchar “el firme rechazo a la conducta injerencista y los mensajes calumniosos del gobierno estadounidense y su embajada en Cuba ante asuntos internos de la realidad cubana”.

“También se llamó la atención sobre la responsabilidad directa del gobierno de los Estados Unidos ante la difícil situación económica por la que atraviesa Cuba en estos momentos y, en específico, ante las carencias y dificultades que enfrenta la población de manera cotidiana, con la depresión e insuficiencia de abastecimientos y servicios esenciales, bajo el peso e impacto del bloqueo económico diseñado para destruir la capacidad económica del país”, indica el comunicado del ministerio cubano.

Sin embargo, no está claro cuán persuasivo resulte el discurso oficial para disipar el malestar entre los cubanos.

“La confianza del pueblo cubano en sus líderes, los sucesores de Fidel, y su fe en la Revolución de 65 años que los medios estatales cubanos todavía elogian está en su punto más bajo históricamente, a juzgar por las quejas y demandas de los manifestantes que salieron a las calles de Santiago de Cuba, y otras ciudades y pueblos del oriente, el 17 de marzo”, señala Pascal Fletcher.

“Hartos y cansados”

Explica que junto a las exigencias de “electricidad y alimentos”, y los gritos de “libertad” y “Patria y Vida” –que se hicieron populares durante una ola previa de protestas antigubernamentales que se extendieron por toda la isla en julio de 2021–, muchos manifestantes en Santiago de Cuba también gritaron a los funcionarios del Partido Comunista que intentaron razonar con ellos “no queremos más muela”.

“Esto indica claramente que muchos cubanos están hartos y cansados de la propensión del gobierno a culpar siempre al embargo económico estadounidense de todos los males del país”, dice Fletcher.

“Los cubanos están clamando por soluciones internas y cambios por parte de su gobierno interno, no más retórica incendiaria dirigida al otro lado del mar contra el viejo enemigo “imperialista”, concluye.



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