Mientras el tiempo transcurre y el acuerdo legislativo para la gobernabilidad tambalea -si no está ya extinguido-, la fiscal general del Estado se muestra implacable en su accionar y el presidente de la República se da modos por mantener la popularidad y asegurar la reelección, aun en medio -para mí- de una desafortunada declaración de su esposa en el sentido de que Daniel se prepara para gobernar 10 años consecutivos.
No hay duda sobre el acierto de concordar para dar viabilidad a la ejecución de un buen gobierno. Sin embargo, en Ecuador, gracias a los intereses políticos particulares en perjuicio de los generales, los consensos únicamente se producen en los momentos de conflicto territorial o cuando la selección nacional de fútbol compite en el proceso eliminatorio o participa en el campeonato mundial. Lo sucedido al inicio del gobierno de Noboa es inédito y le ha permitido a este una gestión bastante expedita. Mas, se acercan las nuevas elecciones y los voraces apetitos por “comerse” a la Fiscal no cesan, lo mismo que las pretensiones de impedir que el primer mandatario se reelija. En consecuencia, se presentarán y serán recurrentes, desde el parlamento, los obstáculos para causar la ingobernabilidad.
Imagino que, tras los operativos fiscales, los socialcristianos están más presionados que nunca para adelantar el juicio político y votar por la destitución de la Fiscal. Los pronunciamientos hasta ahora, no obstante, han sido de que no asumirán esa canallesca posición. Ojalá así sea, se mantengan en el respeto y respaldo a la independencia de poderes y no interfieran, de ninguna forma, en la administración de justicia. La población mirará con lupa su proceder y si descubre traición castigará electoralmente. La fiscalía debe seguir golpeando fuertemente a personas y organizaciones vinculadas con el crimen en todas sus formas. No debe parar. Sabe que los ecuatorianos apoyan su labor. Los contrarios son unos pocos y muy bien conocidos: son los que quieren impunidad para toda su inmundicia.
Sin perjuicio de las críticas que, bienvenidas sean si están dirigidas a mejorar, y de las censuras que, sólo tienen el propósito de destruir, el presidente Noboa está moralmente obligado a encontrar cada día mejores mecanismos para exterminar el crimen organizado (terrorismo, narcotráfico, coyoterismo, lavado de dinero, etcétera) y reducir sustantivamente la delincuencia común. Con ello logrará mayores inversiones, dinamizará la economía, generará empleo, aumentará el turismo, mejorará las finanzas públicas y, entre otras cosas positivas, producirá el justo y muy anhelado bienestar de la población. Y, con certeza, también puede asegurar su reelección.
Pero, no coincida presidente Noboa con su esposa respecto de 10 años seguidos como gobernante. Eso puede ser fatal, ya que ese objetivo lo tendrá ocupado solo en la próxima elección y no en lo que requieren el país y su pueblo para su prosperidad y su inclusión en el mundo del desarrollo.
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