La salud del rey Carlos III, la ausencia de Kate y otros 3 grandes desafíos para la monarquía británica

Mar 4, 2024

La familia real británica ha tenido un comienzo difícil este 2024, con mucha incertidumbre respecto a distintos temas de salud y rodeada de una oleada de rumores y especulaciones.

Pero ¿qué es lo que está pasando?, ¿cuáles son los desafíos que tiene para recuperar la tranquilidad?

El corresponsal real de la BBC Sean Coughlan explica cuáles son los problemas actuales y analiza cuál puede ser su solución.

1. ¿Qué es lo que pasa con Kate?

Las redes sociales no pueden soportar el vacío de información. En WhatsApp, en Facebook y en Tik Tok, la especulación sobre la princesa de Gales está en su punto más alto.

No ha sido vista en público este año debido a que se sometió a una operación abdominal.

La explicación de su ausencia a principios de este año fue reiterada esta semana por funcionarios de las oficinas de la monarquía.

“El palacio de Kensington fue claro en enero sobre los tiempos de recuperación de la princesa. Se explicó además que solo se darían actualizaciones significativas. Eso se mantiene”, explicaron en un comunicado.

Un aspecto positivo de esto es que la gente está interesada porque les importa. La indiferencia sería algo peor.

Para mí las cosas cambiarán cuando las fotos de ella aparezcan, que aparecerán, y eso significará algo de alivio.

Aunque esto podría plantear algunas preguntas a largo plazo sobre lo que la gente quiere de una relación adulta con la realeza.

Nadie está esperando que sean perfectos como una estatua. Todos estamos llenos de vulnerabilidades.

Pero eso también significa apertura y transparencia desde Buckingham y los otros centros de la monarquía.

2. Cultura del secretismo

Todos tenemos el derecho a la privacidad, pero para las figuras públicas, especialmente aquellas que reciben su financiamiento de los impuestos que pagan los ciudadanos, hay una delgada línea entre la privacidad y el secretismo.

Parte de los actuales problemas de la monarquía británica es la suma de incertidumbres: la enfermedad de Kate, el cáncer que sufre el rey Carlos III.

Y el problema personal que hizo que el príncipe William no estuviera en el homenaje a su fallecido padrino.

Es una densa niebla de incertidumbre, que sirve de combustible a los rumores en internet.

Ese es el problema de ofrecer pequeños fragmentos de información: son suficientes para aumentar las preguntas e insuficientes para dar respuestas.

Y hay más preguntas, y más importantes, sobre el secretismo para una monarquía en el siglo XXI.

Tal vez se necesite un poco de misterio para conservar su mística, pero ser opacos puede parecer encubrimiento.

Los historiadores se quejan del exceso de secretismo sobre, por ejemplo, los archivos de la corona.

¿Deberían ser más abiertos a responder preguntas sobre su trabajo?

Se ve extraño que en 2024 hagan visitas o viajes alrededor del mundo y no tengan que responder ninguna pregunta sobre lo que están haciendo.

3. Un rey virtual

La ausencia del líder es una dificultad mayor para cualquier institución. El rey está recibiendo un tratamiento para el cáncer y es entendible que no esté asistiendo a eventos públicos.

Recuperarse es una prioridad para él y para su familia.

Pero allí también hay una presión para que sea visible. Hay un credo centenario que reza: “El rey tiene que ser visto para que sea creíble”.

Esto refleja cómo los periodos de impopularidad de la monarquía han estado, a menudo, relacionados con tiempos en los que no se ha visto al monarca; por ejemplo, cuando la reina Victoria, haciendo el duelo por la pérdida de su esposo -el príncipe Alberto- desapareció de la vida pública.

Ahora se espera que haya más apariciones virtuales del rey – videomensajes y discursos en redes sociales-, como las últimas apariciones donde da las gracias por los mensajes de recuperación que le enviaron desde todo el país.

También habrá otras intervenciones como la que hizo para apoyar a Ucrania. Su equipo está tratando de que siga siendo parte de los titulares de la prensa, incluso ahora que no participa de los eventos oficiales.

Cabe aclarar además que en este caso en particular la gente realmente cree que ha sido bien informada sobre la enfermedad del rey.

Solo el 13%, de acuerdo a varias encuestas, espera más detalles sobre lo que le está ocurriendo.

4. Miembros de la realeza que no trabajan, pero son muy visibles

El príncipe Andrés volvió a aparecer en las portadas esta semana, lo que suele significar problemas para la realeza.

Se dirigía hacia el funeral del rey Constantino de Grecia, padrino del príncipe de Gales, encabezando lo que era el equipo de reserva de la familia real, y los periódicos lo acusaron de acaparar la atención con demasiado entusiasmo.

Es seguro predecir que estará de nuevo en los titulares el próximo mes cuando Netflix estrene un documental sobre su desafortunada entrevista en 2019 para la BBC, la mejor muestra de entrevistas desafortunadas en la historia.

Todas esas preguntas sobre Jeffrey Epstein, Virginia Giuffre y otros temas volverán a preocupar a la realeza. Lo cierto es que él se ha convertido en un bumerán de malas noticias.

En circunstancias muy diferentes, el príncipe Harry es otra tensión no resuelta de larga data para la realeza.

Nunca ha habido una solución adecuada a su situación.

La posición desde que se mudó a EE. UU. es que “no se puede estar a medias adentro o afuera de la realeza”. Pero sigue siendo casi como una corte rival, un príncipe en el exilio, un miembro de la realeza inquieto.

La familia real se basa en ser una fuerza unificadora, algo que ya es bastante difícil en un tiempo de polarización, pero que es mucho más complicado cuando parece ser una familia en desacuerdo consigo misma.

Aunque, para una visión más positiva, he escuchado a gente decir que ser una familia disfuncional es lo que hace que la realeza se parezca a una familia como cualquier otra.

5. Brecha generacional

La realeza tiene un problema de juventud. O más concretamente, un problema de falta de juventud.

Eso fue aún más dolorosamente visible esta semana sin William ni Kate, cuando la realeza se congregó para el servicio conmemorativo en Windsor.

Parecían mayores y más frágiles. Por no decir más pálidos.

Lo que hace que esto sea un problema mayor es su falta de atractivo para los más jóvenes, algo que se repite en múltiples encuestas.

Claramente existe un gran desafío para la monarquía: no lucir ni sonar como si estuviera fuera de contacto. ¿Cómo pueden encontrar un toque más ligero y entretenido?

Incluso llegar a los más jóvenes es complicado para una monarquía que todavía se centra en las tradicionales noticias de televisión y portadas de periódicos, que es cada vez más improbable que lleguen a audiencias más jóvenes.

Todo se vuelve un poco difícil de digerir, expresa la BBC.

Y si la era de la deferencia ha terminado, ¿cómo debería hablarle al pueblo una monarquía moderna?

Después de este miserable invierno boreal, la realeza debe estar esperando un poco de sol primaveral.



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