En un giro impactante, el ex presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, se enfrenta a un juicio en Estados Unidos por su presunta participación en actividades vinculadas al narcotráfico y corrupción. Durante su declaración de apertura, el fiscal estadounidense David Robles afirmó que Hernández colaboró “mano a mano” con narcotraficantes, quienes habrían contribuido económicamente a su ascenso al poder mediante millonarios sobornos.
El ex mandatario hondureño, quien mantuvo estrechas relaciones con Washington durante su presidencia de 2014 a 2022, enfrenta cargos de aceptar sobornos de traficantes de cocaína a cambio de utilizar su posición para protegerlos. El fiscal general Merrick Garland ha caracterizado la gestión de Hernández como un “narcoestado”, alegando que abusó de su poder para favorecer a los narcotraficantes.
A pesar de la colaboración entre Honduras y Estados Unidos en asistencia antinarcóticos y ayuda militar durante la presidencia de Hernández, las autoridades federales sostienen que el ex presidente trabajó secretamente con algunos de los narcotraficantes más grandes y violentos del país.
Hernández, de 55 años, ha declarado su inocencia, y se espera que su abogado defensor presente sus argumentos más adelante. La defensa sugiere que los narcotraficantes han difamado al ex presidente para reducir sus propias sentencias y vengarse de las acciones policiales durante su mandato.
Robles reconoció que Hernández públicamente se comprometió a combatir el narcotráfico y colaboró con Estados Unidos en algunas ocasiones. Sin embargo, según el fiscal, en privado protegía a los narcotraficantes leales, incluido su propio hermano, el ex congresista Tony Hernández, quien fue condenado por cargos de drogas en 2019.
El ex presidente de Honduras enfrenta una posible pena mínima de 40 años y hasta cadena perpetua si es declarado culpable de todos los cargos. El juicio, que comenzó con la selección del jurado el martes, se espera que dure entre dos y tres semanas.
Este caso representa una caída sorprendente para Juan Orlando Hernández, previamente considerado beneficioso para los intereses estadounidenses en la región. Durante años, se le reconoció por su apoyo en la lucha contra el tráfico ilegal de drogas y en la gestión de la migración en la frontera sur de Estados Unidos.
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