El dolor de espalda, más concretamente el dolor en la región lumbar, es uno de los problemas de salud que sorprende por el alto número de personas afectadas y lo poco que solemos conocer sobre el impacto significativo que tiene en la vida cotidiana.
Si nunca lo has padecido, lo más probable es que lo experimentes algún día.
Para que te hagas una idea, la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que la lumbalgia es la principal causa de discapacidad en el planeta, limitando las actividades laborales y de ocio rutinarias que puedan hacer las personas que lo la padecen.
En 2020, aproximadamente 1 de cada 13 personas (más de 600 millones de individuos) sufrió al menos una vez este problema, lo que representó un aumento del 60% en comparación con 1990.
Y la OMS prevé que estas cifras sigan aumentan|do en las próximas décadas hasta afectar a unas 840 millones de personas en 2050.
La organización señala que este problema de salud tiene repercusiones y costes para el individuo y para la sociedad en su conjunto, y por ello lanzó en diciembre de 2023 la primera directriz para orientar el tratamiento de la lumbalgia crónica (cuando las molestias duran más de tres meses seguidos).
El documento está firmado por varios expertos de todo el mundo, que han evaluado las pruebas científicas disponibles para determinar lo que realmente funciona -y lo que está contraindicado- a la hora de tratar este problema.
En cuanto a las prácticas recomendadas por los expertos, hay una mezcla entre cuidados más generales y permanentes, como programas de educación, sesiones con un psicólogo y ejercicio, hasta terapias puntuales para conseguir un alivio inmediato, como sencillos remedios antiinflamatorios y masajes.
Lo que funciona
Según las directrices de la OMS, los tratamientos para la lumbalgia que cuentan con cierto grado de evidencia positiva -en los que los beneficios superan a los riesgos- son:
- Educación/asesoramiento estructurado y estandarizado
- Programa estructurado de ejercicio físico
- Acupuntura y otros métodos terapéuticos de punción
- Terapia de manipulación espinal (un tipo de masaje)
- Masaje
- Terapia conductual operante (un tipo de psicoterapia)
- Terapia cognitivo-conductual (un tipo de psicoterapia)
- Medicamentos antiinflamatorios simples (como el ibuprofeno y el diclofenaco)
- Preparados tópicos (aplicados sobre la piel) a base de pimienta de cayena (Capsicum annuum)
- Atención biopsicosocial integral
Lo que no funciona
La directriz de la OMS también menciona los tratamientos que los investigadores consultados consideran desfavorables, es decir, que no están indicados para el dolor lumbar en general, porque los riesgos superan a los beneficios:
- Tracción (equipos y técnicas que prometen aliviar la presión y el dolor en la columna vertebral)
- Ultrasonidos terapéuticos
- Neuroestimulación eléctrica transcutánea (TENS)
- Cinturones y soportes lumbares
- Fármacos de la clase opiácea
- Antidepresivos de la clase de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
- Antidepresivos tricíclicos
- Fármacos anticonvulsivantes
- Relajantes del músculo esquelético
- Fármacos de la clase de los corticoides
- Anestésicos inyectables
- Garra del diablo (Harpagophytum procumbens)/Medicamento a base de plantas
- Sauces (Salix spp.)/Medicamento a base de plantas
- Pérdida de peso promovida específicamente por fármacos contra la obesidad
Tratamientos sin estudios concluyentes
La lista de la OMS también destaca aquellas terapias de las que no hay suficientes pruebas científicas para saber con certeza si funcionan o no.
Según los autores del documento, es necesario esperar a nuevas investigaciones para saber más sobre estas opciones antes de incluirlas (o no) en la lista de tratamientos. Esta lista incluye:
- Terapia conductual reactiva (un tipo de psicoterapia)
- Terapia cognitiva (un tipo de psicoterapia)
- Prácticas de atención plena y reducción del estrés
- Paracetamol
- Medicamentos de la clase de las benzodiacepinas
- Preparados a base de cannabis
- Preparados tópicos a base de árnica (Solidago chilensis)
- Jengibre (Zingiber officinale)/Un medicamento a base de plantas
- Preparados tópicos a base de lirio blanco (Lilium candidum)
- Compresas tópicas con diferentes hierbas y fitoterápicos
- Control del peso corporal mediante intervenciones no farmacológicas
En la guía, sólo un recurso terapéutico se consideró como una buena práctica, a pesar de la falta de estudios específicos sobre el tema: utilizar dispositivos que ayuden a la movilidad de las personas con dolor de espalda.
En específico se refiere a que, en momentos de crisis, puede ser necesario utilizar dispositivos que faciliten la locomoción y eviten accidentes, como barras de apoyo, bastones o muletas, por ejemplo.
También cabe destacar que el documento se ha elaborado sobre la base de cuatro principios fundamentales: tratamiento centrado en el paciente, equidad en el acceso, asistencia no estigmatizadora ni discriminatoria, y asistencia sanitaria coordinada e integrada.
Todo empieza con un buen diagnóstico
El doctor Marco Antonio Araújo da Rocha Loures, presidente de la Sociedad Brasileña de Reumatología, señala que el dolor de espalda puede tener un origen variado.
“La mayoría de las veces está relacionado con cuestiones posturales, la postura adoptada durante la jornada laboral e incluso factores psicológicos”, dice el reumatólogo.
“Pero también puede ser que este dolor de espalda, en algunos casos, sea un signo de cáncer o de metástasis”, añade.
La metástasis que menciona el médico significa la propagación de células cancerosas desde su origen a otras partes del cuerpo. Los huesos -especialmente las vértebras de la columna- suelen ser el lugar secundario donde van a parar y proliferan estas unidades enfermas.
Para hacer un diagnóstico adecuado, es importante acudir al médico si el dolor no desaparece al cabo de unos días.
El cirujano ortopédico y de columna Luciano Miller, del Hospital Israelita Albert Einstein de Sao Paulo, explica que la evaluación inicial debe tener lugar en la consulta del médico, y que las pruebas de imagen más elaboradas (como la tomografía computarizada y la resonancia magnética) sólo son necesarias para confirmar las sospechas en el diagnóstico o encontrar respuestas a casos complejos.
“Y también tenemos algunas señales de alerta, que indican si la dolencia podría ser más grave, como la pérdida de peso asociada a la lumbalgia, debilidad u hormigueo en una o ambas piernas, dolor que no mejora después de uno, dos o tres meses, pacientes con antecedentes de cáncer o cuando las molestias afectan a niños y ancianos”, enumera.
Los expertos entrevistados por BBC News Brasil señalan también que, aunque la directriz presentada por la OMS sirva de guía y ayude a estandarizar los tratamientos para la lumbalgia crónica primaria (cuando la molestia no está causada por ninguna otra enfermedad específica), cada paciente debe ser atendido según sus propias particularidades.
Cuando el dolor de espalda de un individuo está relacionado con factores emocionales, por ejemplo, puede ser necesario someterse a una evaluación psiquiátrica e incluso utilizar ciertos fármacos antidepresivos (aunque no están directamente indicados para aliviar el dolor de espalda, según la OMS).
Por último, los médicos subrayan que no existe una fórmula mágica capaz de desatar de una vez por todas todos los nudos de una espalda: la medicación puede incluso suponer un alivio momentáneo, pero son los cambios en la vida cotidiana a favor de una buena salud los que garantizarán que el dolor no vuelva a aparecer al cabo de un tiempo.
“Un estilo de vida inadecuado, que implica sedentarismo, estrés e incluso tabaquismo, es el factor que con más frecuencia hace que la gente acuda al médico quejándose de dolor lumbar”, dice Miller.
“Y no podemos limitarnos a tratar ese problema puntual. Tenemos que pensar en la prevención, que implica cuidar la postura y la ergonomía, seguir una dieta sana, adoptar una rutina de ejercicio físico que estire y fortalezca los músculos y cuidar la salud mental”, concluye Rocha Loures.
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