La sexualidad va más allá de los límites impuestos por la cultura. Cómo sentir los abrazos, el contacto físico, el afecto y la conexión profunda entre los cuerpos sin la presión de lo que supuestamente es lo correcto.
El erotismo heterosexual, desde sus orígenes, tiene al coito como objetivo del encuentro. Allá lejos y hace mucho tiempo, el sexo carnal y procreativo dominaba, aún sin religiones ni ningún otro dogma humano, el acercamiento de los cuerpos era animal, crudo, dominado por etapas de celo.
El erotismo aparece después, cuando los cuerpos se enfrentaron cara a cara y descubrieron que había algo más que el urgente bombeo eyaculatorio. La erótica revela que el cuerpo propio y el del otro tienen una dimensión especial, configuran un vínculo signado por el placer.
El sexo entonces se convierte en sexualidad, comprendiendo el sentir, los afectos, la construcción de un vínculo, la estima, la proyección futura y la necesidad de repetir esa experiencia satisfactoria.
Los hombres se sienten presionados para sostener sus penes erectos, preparados para penetrar y eyacular, y las mujeres esperan el orgasmo por penetración para lograr el clímax.
Muchas disfunciones sexuales suceden por esta exigencia, como una condición implícita que no puede cuestionarse, por ende, cierra la posibilidad a buscar otras maneras de contacto.
Existen diferentes alternativas a la supremacía del coito que merecen su lugar en la erótica, sin embargo, una de las primeras cosas que hay que modificar es la creencia de que el juego previo es solo un caldeamiento para la genitalidad.
La conexión erótica entre los cuerpos es en sí misma una relación sexual, nada de “previa”. Aquí, una serie de sugerencias de prácticas sin penetración (según publicación de la Sociedad Internacional de Sexualidad Médica):
- Caricias y masajes: recorriendo todo el cuerpo ayudan a tener una conexión profunda. El “me toca, te toca” permite que quien recibe y quien realiza el masaje sienta los beneficios en sentir y en descubrir las sensaciones que van apareciendo. Pocas veces, en una relación apurada por penetrar, se puede llegar a este nivel de conexión sensorial.
- Comunicar lo que gusta: el juego puede estar centrado en pedir que se estimule diferentes puntos erógenos, incluyendo zonas genitales. Se pueden incluir juguetes sexuales como vibradores o dildos.
- Hablar de fantasías, animarse al juego de roles: son una fuente de estímulos poderosos, sin embargo, no todos se animan a expresarlas. En algunos casos se reservan por el grado de intimidad personal y en otras se pueden verbalizar y jugar con ellas. El contenido puede suponer una escena de conquista que, llevada a la acción, determina un juego de roles excitante. Los disfraces, la ambientación del lugar, el uso de accesorios, ayudan a crear diferentes escenarios de juego, siempre y cuando exista consentimiento.
- Besos y sexo oral: los besos profundos e intensos en la boca, así como besar y lamer diferentes partes del cuerpo, son otras las prácticas sin coito. Existen zonas que son muy sensibles al contacto oral. La variedad de movimientos de la lengua, la precisión para tocar y recorrer zonas puntuales, más la lubricación de la saliva, la convierte en un órgano muy efectivo para el placer, tanto para el que recibe como para el que besa o lame. Estamos más acostumbrados al sexo oral genital que al del resto del cuerpo.
- Sexo oral genital: los genitales reciben muchas terminaciones vasculares y nerviosas y son muy sensibles al contacto. Se sugiere no empezar por las zonas más “calientes” como el clítoris o el glande, si no, preparar la zona con movimiento de la lengua, yendo desde afuera hacia adentro, es decir, de la parte interior de los muslos hacia los genitales y dejar para el final el clítoris, la mucosa vaginal, el glande, el ano.
0 comentarios