Larissa*, una maquilladora de 28 años, comenzó a utilizar Ozempic a principios del año pasado con la intención de perder peso.
La medicación, que viene empacada en forma de bolígrafo con una aguja en la punta, le hizo obtener los resultados que buscaba: en los primeros tres meses perdió 8 kg y redujo la talla de su ropa.
Fue entonces cuando decidió dejarla. Pero esto hizo que llegaran sorpresas poco agradables para ella.
“En cuatro meses gané 15 kg y comencé a tener atracones, algo que no tenía antes de usar Ozempic”, le cuenta a BBC Brasil.
Marina*, una vendedora de 32 años, pasó por una situación muy similar.
Decidió usar el medicamento después de ver videos en internet que hablaban de sus beneficios.
Incluso sin tener una receta de un médico, no tuvo dificultades para adquirir el producto en una farmacia de la ciudad de San Pablo, en Brasil.
En las primeras semanas de uso, dice que perdió 5 kg, pero los recuperó cuando dejó de tomar el Ozempic, también sin supervisión médica.
“Un mes después de ganar el peso que había perdido, decidí comprar otra pluma y empezar a usar Ozempic nuevamente”, dice.
“Sin embargo, llevo un mes consumiéndolo y ya no siento ningún efecto, no he perdido peso”, agrega.
Usar el medicamento sin supervisión
Testimonios como el de Larissa y Marina son habituales entre personas que deciden utilizar el medicamento sin supervisión de un médico, algo que el fabricante y los expertos de Ozempic desaconsejan.
Además, al menos en Brasil, el medicamento sólo está autorizado para el tratamiento de la diabetes tipo 2.
En las redes sociales hay varios grupos y videos de personas que cuentan sus experiencias al usarlo para perder peso.
En la mayoría de los casos, sólo hablan sobre los beneficios, lo que acaba induciendo a más personas a utilizar el medicamento.
Tan pronto como Ozempic ganó fama por su efecto adelgazante, el medicamento desapareció de las farmacias de varias ciudades brasileñas, dejando a los pacientes diabéticos, a quienes se recomienda su uso, sin acceso.
Sin embargo, hoy en día vuelve a encontrarse con facilidad en los establecimientos.
Ozempic es el nombre comercial de un medicamento inyectable llamado semaglutida, recomendado para tratar la diabetes tipo 2.
Los pacientes que lo usan pueden experimentar varios efectos secundarios, entre ellos recuperar el peso perdido.
Ozempic es fabricado por el laboratorio Novo Nordisk, que afirma que el medicamento sólo debe utilizarse y venderse bajo prescripción médica.
En un comunicado, la empresa también afirmó que “no respalda ni apoya la promoción de información” sobre el uso off-label (fuera de sus recomendaciones) de los medicamentos que produce.
“Ozempic, aprobado y comercializado en Brasil para el tratamiento de la diabetes tipo 2, no tiene indicación aprobada por las agencias reguladoras nacionales e internacionales para el tratamiento de la obesidad”, explicó el laboratorio en una nota.
La semaglutida
La semaglutida ayuda a controlar el azúcar en sangre al aumentar la producción de insulina y reducir la producción de glucosa en el hígado.
Al tratarse de un medicamento, la dosis y duración de su uso debe ser indicada por un médico.
“Como todo medicamento, la semaglutida tiene posibles efectos secundarios y contraindicaciones”, dice Fabio Moura, endocrinólogo y director de la Sociedad Brasileña de Endocrinología y Metabología (SBEM).
El médico cita algunas de las contraindicaciones:
- estar embarazada
- tener antecedentes de gastroparesia
- tener antecedentes de pancreatitis sin etiología conocida
- tener carcinoma medular de tiroides
- tener neoplasia endocrina múltiple
- ser alérgico a la semaglutida.
Incluso cuando se utiliza para la diabetes, el paciente puede experimentar varios efectos secundarios, explica el endocrinólogo Bruno Geloneze, miembro de la Asociación Brasileña para el Estudio de la Obesidad y el Síndrome Metabólico (Abeso) e investigador de la Universidad de Campinas (Unicamp).
“Los efectos más comunes son náuseas y, con menos frecuencia, vómitos y estreñimiento”, afirma Geloneze.
“Estos efectos pueden superarse mediante un aumento progresivo y más lento de las dosis semanales del medicamento con orientación dietética”.
En algunas situaciones, sostiene Geloneze, se pueden recetar medicamentos para mejorar los síntomas.
Renato Zilli, endocrinólogo del Hospital Sírio-Libanés, afirma que la medicina tiene impacto en todo tipo de pacientes, incluidos aquellos con diabetes tipo 2.
“La gente va allí y compra los medicamentos, no se adaptan y muchos acaban en el hospital”, añade Zilli.
“Entonces, sí, existe un riesgo y, además, es necesario ajustar el uso de otros medicamentos en el caso de las personas con diabetes”.
Los efectos de dejarla
El medicamento también actúa sobre el sistema nervioso central, reduciendo el apetito y, en consecuencia, puede provocar pérdida de peso. Esto ayuda a controlar la diabetes tipo 2.
Al actuar como supresor del apetito, la semaglutida imita la acción de la hormona GLP-1 producida en el intestino. Es lo que actúa en el cerebro regulando la saciedad y las ganas de comer.
El GLP-1 se libera después de una comida y hace que las personas se sientan llenas, lo que ayuda a reducir la ingesta de calorías a lo largo del día.
“En el sistema nervioso central, el GLP-1 también reduce ese deseo, esa ansiedad por comer productos grasos o ricos en carbohidratos”, explica el neurólogo Sandro Matas, coordinador del servicio de Neurología de la unidad de Pompeia del Hospital São Camilo.
“Entonces, [al tomar el medicamento] el paciente también termina teniendo cierta aversión a este tipo de alimentos”.
Cuando se interrumpe bruscamente el uso de la semaglutida, el cerebro ya no recibe el estímulo y el paciente vuelve a comer como antes.
“Cuando el paciente deja de tomar la medicación, el cerebro comprende que ya no hay saciedad y que es necesario comer”, explica José Oswaldo de Oliveira Júnior, neurólogo del Hospital del Servidor Público Estadual (HSPE), en San Pablo.
Según expertos entrevistados por la BBC, en algunos casos, una persona que usa el medicamento sin supervisión médica puede ganar más peso del que ha perdido e incluso desarrollar atracones, cuando la persona tiene la necesidad de comer todo el tiempo o en cantidades superiores a su ingesta normal y las necesidades corporales.
Esto sucede porque suspender el uso del medicamento significa que el cerebro ya no recibe los estímulos de saciedad provocados por la semaglutida. Así, la persona tiene más hambre y busca alimentos que le den placer, como los dulces.
En el tratamiento de la diabetes se debe utilizar semaglutida como un método complementario, dando prioridad a la reeducación dietética y a la actividad física.
La reducción del uso del medicamento debe realizarse de forma gradual y bajo supervisión médica.
“La dosis del medicamento se reduce gradualmente, de modo que la persona se acostumbre a sentirse saciada sin la presencia del medicamento, que inhibe el hambre”, dice Oliveira Junior.
“Esta reducción también debe combinarse con el seguimiento de los atracones”.
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