Por Jorge A. Gallardo Moscoso
Parece que aquí nada el pájaro y vuela el pez, nadie baila con los pies, y dos más dos son tres. Parafraseo versos que tomo del “Reino del revés” para evidenciar lo complicado que es gobernar un país con tantas necesidades insatisfechas. Y no ocurre sólo ahora, sucede casi siempre, porque lo más fácil es culpar al gobierno de turno por todos los males presentes. Y por mucho o poco que se haga, lo que públicamente se conoce es que nada se ha hecho y el camino escogido siempre es el equivocado.
No hay cómo ocultar lo que pasa. Tampoco pretendo convencer de que debe mirarse para otro lado y hacerse el tonto. No, para nada. Deseo poner en valor el hecho de que nada, según se desprende por lo que ocurre, satisface a ningún sector. Todos sin excepción se sienten perjudicados, sea individual o colectivamente. John F. Kennedy, el 20 de enero de 1961, el día de su inauguración como mandatario de la nación más poderosa del mundo, dijo: “no preguntes lo que tú país puede hacer por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tú país”. Quizás sea el momento, aun cuando debió haber sido siempre, de que los ecuatorianos se pregunten qué están haciendo por su país.
Afirmar que la realidad de inseguridad ciudadana aterroriza, que los problemas económicos y financieros se agudizan, que la atención de la salud pública es deficitaria, que la vialidad se deteriora y que… así por el estilo, no necesita prueba alguna. Más, a raíz y posterior a la presentación de las preguntas para la consulta popular, lo que más se escucha sobre ellas es cuestionamientos porque no son las que deben hacerse; porque es un gasto innecesario en el que se va a incurrir, ya que la Asamblea lo puede resolver. Y si se trata de ´Metástasis’, apenas es un paso y no se ha conseguido nada, se dice. Y si se anuncia la construcción de nuevas cárceles, la pregunta es para qué si van a ser iguales a las otras. Y si el IESS exige reformas un sonoro coro llama a protestar. Y si se eleva en 10 dólares el salario, es muy poco y no sirve para nada Y todo es inaceptable, porque no se hace como yo quiero, como yo digo, como piensa mí gremio, mí confederación, mí cámara, como lo aseguran los analistas, los periodistas y los anónimos de las redes sociales.
¿Y yo qué estoy haciendo por mi país? ¿Contribuyo, realmente desde mi profesión de periodista al bienestar social? A los empresarios no se les escucha decir estamos dispuestos al sacrificio y a ganar menos, vamos a juntarnos para sacar al país del atasco. Tampoco se oye a los trabajadores estar dispuestos a ser más productivos y amarrarse los cinturones por el bien de la nación. Los políticos no se apartan ni un milímetro de sus intereses particulares partidistas para acercarse al imprescindible progreso nacional. Ciertos indígenas no renuncian públicamente a sus protestas criminales. La burocracia indolente permanece muda, sorda e inmutable, desprecia ser más eficiente y cordial. La justicia no cuenta que, de una vez por todas, hará la indispensable autodepuración. Y en las FF.AA. y la Policía, muy bien gracias, mientras la prensa en general se reserva y no hace causa común para articular el gran acuerdo nacional.
En fin, si bien la situación es muy dura es necesario entender que sólo con el concurso cívico y patriótico de todos el Ecuador y su población tendrán días mejores.
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