El curioso vínculo entre la hibernación animal y el envejecimiento (y lo que podemos aprender los humanos de ella)

Ene 22, 2024

Cuando llega el frío y oscuro invierno, algunos envidiamos a los animales que pueden hibernar.

Este descanso largo y profundo es un ejemplo de cómo la naturaleza desarrolla soluciones inteligentes a problemas difíciles. En este caso, cómo sobrevivir a un período largo, frío y oscuro sin mucha comida ni agua.

Pero la hibernación tiene vínculos más estrechos con la historia humana de lo que cabría esperar.

Un artículo del British Medical Journal de 1900 describe una extraña hibernación humana similar a un letargo llamada “lotska” que era común entre los agricultores de Pskov, Rusia. En esta zona, la comida era tan escasa durante el invierno que el problema se solucionaba durmiendo durante la parte oscura del año.

Una vez al día la gente se levantaba para comer un trozo de pan y beber un vaso de agua. Después de la sencilla comida, volvían a dormir y los miembros de la familia se turnaban para mantener vivo el fuego.

También hay descripciones en historias inuit groenlandesas de un sueño prolongado similar a una hibernación durante los largos y oscuros meses de invierno.

En algunas partes de Groenlandia está oscuro desde noviembre hasta finales de enero, reseña BBC Mundo.

Un estudio de 2020 sugiere que los antiguos ancestros del hombre, llamados homínidos, pudieron haber hibernado hace 400.000 años.

Los huesos descubiertos en una cueva en España muestran una interrupción estacional en el crecimiento, lo que sugiere que uno de los predecesores del hombre podría haber utilizado la misma estrategia que los osos de las cavernas para sobrevivir a los largos inviernos.

Animales e hibernación

La hibernación es más profunda y compleja que el sueño habitual e incluye cambios dramáticos en el metabolismo.

Este largo período de descanso combina varias condiciones relacionadas con la longevidad, la reducción de la ingesta de calorías, la baja temperatura corporal y el metabolismo lento.

Los animales que hibernan suelen vivir más años en comparación con otras especies del mismo tamaño.

Otros estudios recientes que utilizan relojes epigenéticos, que mapean la actividad dentro de los genes a lo largo del tiempo, sugieren que la hibernación ralentiza el envejecimiento en marmotas y murciélagos.

Por tanto, la hibernación puede contener pistas importantes sobre cómo ralentizar los procesos de envejecimiento.

Existen diferentes formas de envejecimiento: la edad cronológica y la biológica.

En realidad, la edad cronológica se refiere únicamente a cuántas revoluciones ha dado la Tierra alrededor del Sol desde que nacimos.

No es el tiempo en sí el que nos envejece sino el “desgaste”.

La edad biológica mide el desgaste. Es una medida de salud más completa y personal que la edad cronológica y un mejor predictor de la longevidad.

Un estudio de 2023 estableció que la edad biológica varía y que un aumento temporal, por ejemplo durante una cirugía o un periodo de estrés, se revierte cuando uno se ha recuperado.

Las enfermedades del “desgaste”

Las enfermedades que están relacionadas con el estilo de vida y se acumulan con la edad, como las enfermedades cardiovasculares, la obesidad, la demencia y la enfermedad renal crónica, están impulsadas por el “desgaste”.

Esto da como resultado inflamación, composición alterada de la microbiota intestinal y aumento del estrés oxidativo.

El estrés oxidativo ocurre cuando hay demasiados radicales libres (átomos inestables que dañan las células) en su cuerpo.

La nueva ciencia basada en relojes epigenéticos y lecciones aprendidas de animales en hibernación podría ayudarnos a tratar a pacientes que padecen enfermedades provocadas por el “desgaste”.

Podríamos utilizar medicamentos que puedan ralentizar el envejecimiento.

Por ejemplo, la metformina es el principal medicamento de primera línea para el tratamiento de la diabetes tipo 2.

Regula la inflamación, la sensibilidad a la insulina y ralentiza el daño del ADN causado por el estrés oxidativo.

Cada vez hay más pruebas de que puede ayudar a controlar otras enfermedades de “desgaste”, como las enfermedades cardiovasculares, y el uso prolongado del fármaco puede estar asociado con un menor deterioro cognitivo.

Aprender más sobre la hibernación puede beneficiar a la medicina humana para el tratamiento de lesiones cerebrales traumáticas, pérdidas graves de sangre, preservación de la masa muscular y ósea y para brindar una mejor protección durante el trasplante de órganos.

Un estudio de 2018 encontró que imitar las condiciones de hibernación para el almacenamiento de injertos renales de donantes fallecidos parecía mejorar su preservación.

La degeneración muscular esquelética a menudo está determinada por genes, pero estos genes parecían estar desactivados en los osos que hibernaban.

Animales y longevidad

También podemos aprender de animales longevos que no hibernan, como el tiburón de Groenlandia, la rata topo desnuda, la almeja islandesa y el pez roca Rougheye [Sebastes aleutianus].

Estas especies han desarrollado mecanismos superiores que las protegen contra el envejecimiento.

Parece que la protección contra la inflamación, el estrés oxidativo y las modificaciones de las proteínas que ocurren con la edad son mecanismos que en general benefician a todos los animales longevos.

Los estudios genéticos del pez roca, que puede vivir más de 200 años, sugieren que un grupo de alimentos llamado flavonoides está relacionado con la longevidad.

Los cítricos, las bayas, las cebollas, las manzanas y el perejil son ricos en flavonoides, que tienen propiedades antiinflamatorias y protegen contra daños a los órganos, por ejemplo, causados por productos químicos o el envejecimiento.

El estudio de 2023 sobre el pez roca encontró que un conjunto de sus genes que podrían estar relacionados con la longevidad estaban asociados con el metabolismo de los flavonoides.

Qué comer

Así que un pez longevo puede tener algo que enseñarnos sobre qué comer para vivir más tiempo.

Las lecciones de la naturaleza y de los animales en hibernación nos dicen que la preservación de las células, la regulación del metabolismo y las adaptaciones genéticas desempeñan papeles clave en la longevidad.

Nuestro estilo de vida y hábitos alimentarios son nuestras mejores herramientas para imitar algunos de estos mecanismos.

Todavía hay muchas cosas que no entendemos sobre la hibernación, pero sí sabemos que el sueño normal también está relacionado con la longevidad.

Por ejemplo, un estudio de marzo de 2023 demostró que con un sueño de buena calidad se pueden añadir cinco años a la vida de los hombres y dos años y medio si se es mujer.

Los investigadores definieron un sueño de buena calidad como dormir de siete a ocho horas al día, no necesitar medicamentos para dormir y despertarse sintiéndose descansado al menos cinco días a la semana.

Los animales tienen enormes variaciones en sus patrones de sueño, desde osos y marmotas que hibernan durante ocho meses al año hasta elefantes que sólo duermen dos horas al día.

Cómo los elefantes pueden ser tan longevos durmiendo tan poco sigue siendo un misterio para los científicos.

Descubrir cómo la naturaleza resolvió estos extremos puede ayudar a los científicos a descifrar nuevas formas de mejorar la salud humana.



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