Los tentáculos de “Metástasis”

Ene 17, 2024

Por Jorge A. Gallardo Moscoso He perdido la cuenta de las veces que he comentado sobre el ejercicio periodístico, de su importancia y valor, de su imprescindible existencia y de su principal propósito: contribuir al desarrollo de un país y al progreso social de su población. Hace poco nomás lo hacía para encontrar mayor sensibilidad […]

Por Jorge A. Gallardo Moscoso

He perdido la cuenta de las veces que he comentado sobre el ejercicio periodístico, de su importancia y valor, de su imprescindible existencia y de su principal propósito: contribuir al desarrollo de un país y al progreso social de su población. Hace poco nomás lo hacía para encontrar mayor sensibilidad en los medios y no dejar de lado en sus espacios noticiosos los hechos positivos. Y siempre hay qué comentar alrededor de esta profesión a la que Gabriel García Márquez la llamaba “la más hermosa del mundo”.

Ahora es “Metástasis” el caso así denominado por la fiscalía y en los que, hasta hoy, aparte de los narcotraficantes, sicarios, policías, jueces, fiscales y otros más implicados, aparece también uno u otro periodista revelándose como irrespetuosos de los límites legales y éticos. Que, en el supuesto objetivo de llegar a la verdad de sus trabajos, no dudan en trocar altas sumas de dinero por información favorecedora de perversos intereses. Que olvidan la máxima periodística de que no son jueces y por tanto no tienen calidad para sentenciar y condenar.

Siempre ha existido, pero ahora tiene más fuerza el llamado periodismo de investigación, que, en esencia, profundiza su trabajo en el afán de poner al descubierto temas de trascendencia y de gran interés ciudadano, la mayor de las veces ocultados deliberadamente. Aun cuando casi siempre los medios se atribuyen el éxito de la investigación, eso no es así, pues se trata de filtraciones interesadas y que, naturalmente, han sido confirmadas, contrastadas y contextualizadas. En muchas ocasiones los medios reciben el dossier completo: documentos, fotos, videos, audios, etcétera. Pero, en lo que nos ocupa digamos que un periodista, cabeza de un periódico digital muy conocido, señalado en las conversaciones con el “Patrón” Norero, ha admitido que la forma como ha procedido “estaba equivocada”, que recién se ha dado cuenta que “se mandaba a matar a periodistas”, por lo que “siente asco” y dice haber “cometido un error”.

Cierto es que muchas veces el trabajo periodístico requiere guardar la reserva de la fuente informativa, que otras tantas para conseguir la información se recurren a fuentes policiales, judiciales, institucionales, jurisconsultos litigantes, testigos, víctimas, vecinos, familiares, autores y, entre otras, de diversos medios de comunicación. En ningún caso, no obstante, debe admitirse el compromiso de devolución de favores o aceptar pagos. Lo ideal sería siempre identificar con nombres y apellidos a los informantes, pero eso casi nunca ocurre, porque estos demandan el anonimato. Aun así, cuando se hace pública la investigación debe ser absolutamente clarificada y evitar sospechas o dudas. Herramientas clave del periodismo son reserva de la fuente, secreto profesional y plena conciencia.

Sobre la revelación de las conversaciones descubiertas entre el periodista y el principal provocador de “Metástasis”, los ecuatorianos exigen saber exactamente la verdad y nada más que la verdad.



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