Fue el primate más grande del planeta y su extinción ha sido un misterio durante décadas.
El simio Gigantopithcus blacki o Gigantopiteco medía unos tres metros de altura y tenía un peso de cerca de 250 kilos.
Este primate vivió en las llanuras del sur de China y se extinguió poco antes de que los humanos llegaran a esa región.
Las únicos signos que quedan de la existencia de esta especie son alrededor de 2.000 dientes fosilizados y cuatro mandíbula, reseña BBC.
Un nuevo estudio de investigadores chinos, australianos y estadounidenses publicado en la revista Nature demuestra por primera vez no solo que Gigantopiteco se extinguió hace entre 295.000 y 215.000 años, sino cuáles fueron las razones de su desaparición.
Dientes, polen y sedimentos
“La historia de G. blacki es un enigma en paleontología: ¿cómo pudo extinguirse una criatura tan poderosa en un momento en que otros primates se estaban adaptando y sobreviviendo? La causa no resuelta de su desaparición se ha convertido en el Santo Grial de esta disciplina”, afirma el paleontólogo y coautor principal del estudio, el profesor Yingqi Zhang, del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados de la Academia China de Ciencias (IVPP por sus siglas en inglés).
“El IVPP ha estado excavando en busca de evidencia de G. blacki en esta región durante más de 10 años, pero sin una datación sólida y un análisis ambiental consistente, la causa de su extinción se nos había escapado”.
Los investigadores recopilaron evidencia de 22 sitios de cuevas repartidas en una amplia región de la provincia de Guangxi en el sur de China.
La clave del estudio fue el uso de múltiples técnicas de datación.
Utilizando además análisis detallados de polen, reconstrucciones de fauna, análisis de isótopos estables de los dientes y un análisis detallado de los sedimentos de la cueva, el equipo estableció también las condiciones ambientales que llevaron a la extinción de Gigantopiteco.
“Los dientes proporcionan una visión asombrosa del comportamiento de las especies, lo que indica estrés, diversidad de fuentes de alimento y comportamientos repetidos”, explica Renaud Joannes-Boyau, profesor de la universidad Southern Cross en Australia y otro de los autores del estudio.
Los hallazgos muestran que Gigantopiteco se extinguió mucho antes de lo que se suponía anteriormente.
Y que su desaparición se debió a cambios en las condiciones climáticas y ambientales.
Un gigante que no pudo adaptarse
Antes de esos cambios, “la vegetación predominante del territorio habitado por Gigantopithecus estaba compuesta por especies arbóreas de las familias Pinaceae (abetos, cedros y pinos), Fagaceae (castaños, hayas y robles) y Betulaceae (abedules, alisos y avellanos)”, explica Paul Palmqvist Barrena, catedrático de paleontología de la Universidad de Málaga en un artículo sobre el estudio en el sitio The Conversation.
“En el lapso temporal inmediatamente anterior a la extinción de Gigantopithecus esa vegetación es reemplazada por especies arbóreas propias de un medio ya más abierto, dando luego paso a un claro predominio de helechos y pastizales”.
“También se registra un aumento de carbones en el sedimento, lo que sugiere un incremento en la frecuencia de los incendios forestales. Todo esto indica un cambio profundo del ecosistema, marcado por una aridificación progresiva y un clima de carácter más estacional”, señala Palmqvist Barrena.
El estudio determinó que otra especie, los orangutanes (género Pongo), un pariente cercano de Gigantopiteco, fue capaz de adaptar su tamaño, comportamiento y preferencias de hábitat a medida que cambiaban las condiciones.
Pero Gigantopiteco pasó a depender de una fuente de alimento menos nutritiva cuando sus preferencias no estaban disponibles, lo que disminuyó la diversidad de sus alimentos. El primate gigante se volvió menos móvil, tenía un rango geográfico reducido para buscar alimento y enfrentó estrés crónico.
“G. blacki era el especialista definitivo, en comparación con los adaptadores más ágiles como los orangutanes, y esto finalmente llevó a su desaparición”, dice el profesor Zhang.
El profesor Palmqvist Barrena señala que debido al aumento en la variabilidad ambiental y en la estacionalidad del clima, Gigantopiteco “se habría visto forzado a consumir una menor variedad de productos vegetales que, además, le aportaban menos valor nutricional, según demuestra el análisis de las bandas de crecimiento en el esmalte de los dientes fósiles, más marcadas”.
Tales condiciones habrían resultado menos estresantes para el orangután, al tratarse de una especie de menor tamaño y menos especializada que Gigantopiteco.
“En cambio, el cuerpo voluminoso de Gigantopithecus, su menor movilidad y sus tiempos de recambio generacional más prolongados probablemente sellaron su destino”, afirma Palmqvist Barrena.
El nuevo estudio no solo elucida el pasado sino que es importante para el futuro, según explica Kira Westaway, geocronóloga de la Universidad Macquarie en Australia y otra de las autoras del trabajo.
“Con la amenaza de una sexta extinción masiva que se cierne sobre nosotros, existe una necesidad urgente de comprender por qué se extinguen las especies”, señaló la científica.
“Explorar las razones de extinciones pasadas no resueltas nos da un buen punto de partida para comprender la resiliencia de los primates y el destino de otros animales grandes, en el pasado y en el futuro”.
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