Poder nacional

Ene 14, 2024

Por Alberto Dahik Garzozi En 1995 nuestras FF. AA. y el pueblo ecuatoriano se llenaron de gloria con el triunfo en el conflicto del Cenepa, que elevó la autoestima de la nación y abrió la puerta para cerrar la frontera con dignidad. Fui testigo privilegiado de los hechos, que relataré con detalle en su momento […]

Por Alberto Dahik Garzozi

En 1995 nuestras FF. AA. y el pueblo ecuatoriano se llenaron de gloria con el triunfo en el conflicto del Cenepa, que elevó la autoestima de la nación y abrió la puerta para cerrar la frontera con dignidad.

Fui testigo privilegiado de los hechos, que relataré con detalle en su momento cuando escriba mis memorias, de todo lo que el país vivió. Acompañé incondicionalmente al presidente Sixto Durán-Ballén en la dirección política de la guerra. Entendimos que las guerras no se ganan solamente con las armas, sino con un concepto invisible llamado “poder nacional”, que cumple lo que dice el libro El principito: “Lo esencial es siempre invisible a los ojos”.

El poder nacional presupone unas FF. AA. y una Policía totalmente leales al poder civil. A su vez, un poder civil totalmente respetuoso de la institucionalidad y profesionalismo de esas fuerzas. Ambos hechos se dieron a cabalidad en 1995. Soy testigo de la absoluta sujeción y lealtad de las FF. AA. al poder político en las decisiones políticas de la guerra. Y un poder político en el que fuimos respetuosos de decisiones tácticas de la milicia.

El otro elemento es que FF. AA. y Policía sean respetadas por su pueblo, y a su vez unas FF. AA. y Policía vinculadas a su pueblo. También se dio.

El poder nacional presupone una identificación del pueblo con su Gobierno. El presidente lo logró magistralmente y se resumió en la frase “Ni un paso atrás”. Presupone también una identificación de todas las fuerzas políticas con la causa del Gobierno.

Lo que parecía imposible lo logramos: el presidente invitó a todos los expresidentes y exvicepresidentes al palacio, donde depusieron todas sus diferencias y expresaron un irrestricto apoyo a las causas de la patria.

Los medios de comunicación fueron llamados al palacio. Explicamos la necesidad de seguir los lineamientos de comunicación del Comando Conjunto. Nuestra prensa fue impecable, mientras que la peruana criticaba a su Gobierno.

La empresa privada se unió con apoyo económico, logístico, que ayudó para que las FF. AA. y Policía, que no estaban contaminadas, elevaran aún más una moral que ya la tenían alta. Esa moral alta es indispensable en el poder nacional y las FF. AA. peruanas no la tenían.

El Consejo de Seguridad Nacional se declaró en sesión permanente. La Función Legislativa y la Judicial eran informadas casi a diario de todos los hechos, y el diálogo con los presidentes de las otras funciones era permanente. Los partidos políticos se unieron también a la causa de la patria.

Es ese poder nacional, que todavía no está constituido en el actual conflicto, el que nos dio el triunfo y nos hizo ganar la guerra.

Si queremos entender cuando eso no existe, miremos el poderío militar de los EE. UU. frente a Vietnam: infinitamente superior. Pero no había poder nacional, el pueblo de los

EE. UU. no quería la guerra, no estaba identificado con el poder político, y los soldados tenían la moral baja, pues no sabían por qué estaban ahí. El resultado fue la pérdida de esa guerra a pesar de la diferencia del poderío.

Si hoy el Ecuador no genera ese poder nacional, si no somos capaces de lograrlo, esta guerra será difícil de ganar.



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