Barcelona S.C.: penosa realidad

Sep 17, 2025

Por Jorge A. Gallardo

Tal cual ocurre con la oferta electoral de todo aspirante a una función pública que una vez logrado el propósito lo que destaca es su incumplimiento, en el caso de Barcelona S.C., el club de fútbol ídolo del Ecuador, tal situación se repite con creces y el aserto se respalda con el fracaso total que constituye, hasta ahora, la gestión desarrollada por la directiva presidida por Antonio Álvarez Henriques, hermano del alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, también acreedor y dirigente de esta institución deportiva.

En 2020 fue la última vez que el equipo con mayor hinchada del país se coronó campeón de fútbol (por décima sexta ocasión). Los últimos 5 años su manejo ha arrojado resultados, en todos los órdenes, decepcionantes. Muy lejos han quedado los objetivos de un título internacional: Copa Libertadores o Sudamericana; otros clubes ecuatorianos ya tienen en sus vitrinas esos trofeos y sus seguidores los exhiben orgullosos, sobre todo porque sus plantillas de jugadores cuestan bastante menos que la del Barcelona, unos 15 millones de dólares anuales, con sueldos mensuales de hasta 30.000 dólares. El club tiene un director técnico español, Ismael Rescalvo, que, según dan cuenta los medios, cobra alrededor de 65.000 dólares por mes, 3 veces más que el anterior, el ecuatoriano Segundo Castillo. Su contrato concluye en diciembre de 2026 y, por consiguiente, si lo sacan antes, él, como sucede en casi todos los casos, demandará y recibirá una millonada.

La directiva que encabeza Álvarez -que junto con su hermano le tienen prestado al club alrededor de 5 millones de dólares, de plata proveniente de una empresa procesada en el caso Triple A (Ternape Petroleum S.A.), por distribución ilegal de combustibles-, se comprometió a reducir la deuda de la entidad, sin embargo, esta ya se estima en unos 60 millones; afirmó que construiría con financiamiento privado un Complejo de Desarrollo Integral (de alto rendimiento, casa club, departamentos médico y de neurociencias, etcétera), y ni siquiera se ha colocado la primera piedra; dijo que en su periodo de 4 años serán 20.000 los socios, nadie sabe cuántos ha sumado hasta ahora; aseguró grandes éxitos para celebrar el centenario (1925-2025), no conseguirá ninguno. Puras mentiras, todas las promesas incumplidas.

Realmente la situación de BSC es desastrosa: directivos, cuerpo técnico y jugadores son clara representación de lo que significa un estrepitoso chasco. Si no pueden, si les queda un mínimo de decencia, deben disculparse, dar un paso al costado y retirarse. Aun así, pese a la justificada indignación, protestas y reclamos, los hinchas se mantendrán fieles, con certeza cada vez serán más, para despecho de otros que hasta rezan para ser ídolos y nunca lo lograrán. Aun así, el club Barcelona S.C. está en deuda con su hinchada y es urgente que la pague.



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