Colombia vive una de las jornadas más sangrientas desde la firma de la paz con las FARC en 2016. En menos de 24 horas, un atentado con camión bomba en Cali y la caída de un helicóptero policial en Antioquia dejaron al menos once muertos y más de 70 heridos, según confirmaron las autoridades el jueves 21 de agosto.

La Cancillería de Ecuador expresó su rechazo a estos hechos y manifestó su solidaridad con las Fuerzas Armadas y la Policía colombiana. “El Gobierno del Ecuador condena los ataques terroristas que causaron víctimas mortales y varios heridos”, señaló en un comunicado.

El atentado más grave ocurrió en Cali, cuando un camión cargado de explosivos estalló a pocos metros de la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez. La detonación dejó seis civiles muertos —entre ellos un menor de edad— y 71 heridos, según el balance oficial. Otro vehículo con cilindros bomba no alcanzó a ser activado.

El presidente Gustavo Petro confirmó la captura de dos sospechosos, entre ellos alias Sebastián, presunto miembro del Estado Mayor Central (EMC), una disidencia de las FARC vinculada a redes internacionales de narcotráfico.

“Estamos enfrentando mafias internacionales con bandas armadas aquí. No es una confrontación política”, aseguró el mandatario, al descartar la declaratoria de estado de conmoción interior.

En paralelo, un helicóptero policial fue atacado en zona rural de Amalfi, Antioquia, donde murieron doce uniformados antinarcóticos que participaban en operaciones de erradicación de coca.

Las autoridades colombianas atribuyen ambos ataques al EMC, como respuesta a los recientes golpes propinados en el Cañón del Micay, en Cauca, una zona estratégica para el narcotráfico.