Bolivia celebró el domingo pasado la primera vuelta de sus elecciones presidenciales en un contexto político que recuerda al reciente escenario electoral ecuatoriano. Tras casi veinte años de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS) los bolivianos empujaron el péndulo hacia el lado opuesto, provocando un balotaje entre el expresidente Jorge Quiroga y el senador Rodrigo Paz.
Paz, quien obtuvo un 32.18 % frente al 26.94 % de Quiroga, llamó a una renovación profunda, señalando en su discurso: “El cambio está dirigido y esto ya no tiene retorno. Lo que importa ahora es si la renovación se queda como un factor de cambio a fondo o quedamos con los paradigmas del pasado.”
La idea de dejar atrás el pasado es legítima, pero en contextos traumáticos como los de Ecuador y Bolivia puede convertirse en arma de doble filo. El rechazo al “socialismo del siglo XXI” muchas veces lleva a respaldar sin crítica cualquier opción alternativa. El caso ecuatoriano muestra que eso puede resultar en la adopción de prácticas autoritarias disfrazadas de renovación. Primero con una transición fallida, y luego, con un gobierno que ha imitado varias estrategias políticas y de comunicación que fueron denunciadas como autoritarias cuando el gobierno de Correa estaba en el poder.
Bolivia aún tiene por delante una transición crítica que puede consolidar o revertir. La principal lección para este país hermano es no apoyar ciegamente a quienes se presentan como cambio, sin evaluar si repiten los mismos errores, bajo otras banderas políticas. La corrupción, la ineficiencia y el autoritarismo no desaparecen simplemente cambiando rostros o partidos. Hay un trabajo profundo que debe realizarse, sin profundizar la polarización y la ruptura social.
Si bien la elección de una alternativa al MAS es necesaria en el hermano país, el verdadero riesgo es caer en la trampa de tolerar todo con tal de evitar que “los otros” regresen. Solo siendo vigilantes en todo momento, y con todos los partidos, Bolivia podrá despegar verdaderamente de las cargas del pasado y avanzar hacia un futuro de prosperidad tangible para sus ciudadanos.
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