La belleza vr. la delincuencia

Ago 20, 2025

Por María Verónica Barreiros

¿Conocen la teoría social llamada “las ventanas rotas”?

Nació en los años 70 y está vinculada a la criminología. El experimento original fue simple: se abandonó un auto en el Bronx y otro en Palo Alto, dos lugares radicalmente distintos en ingresos y niveles de criminalidad. En el Bronx, el vehículo fue desvalijado de inmediato; en Palo Alto, permaneció intacto.

Tras una semana de espera, el investigador decidió romper una ventana del auto de Palo Alto. El resultado fue idéntico al del Bronx: el coche fue desvalijado.

¿Por qué? Porque la teoría de las ventanas rotas explica que la conducta criminal se activa cuando un espacio luce abandonado, deteriorado, “de nadie”. La criminalidad se contagia, se normaliza y hasta erosiona nuestros marcos legales y morales.

De ahí surgen múltiples estudios de urbanismo que relacionan la estética del espacio público con la seguridad ciudadana. Aunque suene banal: si vivimos en un entorno bonito, ordenado y limpio, la delincuencia tiende a bajar. ¿Sorprendidos los que creen que “la presentación no importa”?

Cuando un parque, una plaza o una calle se deterioran, se ensucian o se descuidan, se abre una ventana rota para que el crimen se instale. Cuando los mantenemos limpios, iluminados, pintados y habitados, el mensaje es otro: “este lugar tiene dueño, este lugar se respeta”.

Ejemplos hay. Medellín lo entendió con la recuperación de la Comuna 13: un territorio dominado por violencia y narcotráfico se transformó en un polo turístico gracias a iluminación, pintura, arte urbano y la participación de la comunidad. Lo estético abrió paso a lo económico y, con ello, a la esperanza.

¿Y en Quito? ¿Qué ha pasado en Quito?

Nuestro Centro Histórico y la Plaza Foch debieron ser prioridad en un plan de recuperación integral. Son espacios que podrían haberse arrancado de las garras de la delincuencia, el narcotráfico y la prostitución si, desde el día uno, las autoridades hubieran entendido lo que significa urbanismo para la seguridad. O, si hubieran llegado a sus cargos con el conocimiento y las ganas de trabajar por la ciudad y no para poner una agencia de empleo para sus seguidores.

En lugar de tratar de rescatar los espacios públicos de esos dos barrios, prefirieron hacer campaña para la Presidencia de doña Luisa, contratar a sus hijitos para las fiestas de Quito, dejar que los empleados municipales vayan a trabajar con sus perritos y agarrar brochas con pintura amarilla, y no para embellecer la ciudad, sino para pintar calles que combinen con la línea amarilla que les cruza la espalda de cuello a nalga.



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