El número de nacimientos en Ecuador cayó en 2024 a su punto más bajo desde 1990. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), apenas se registraron alrededor de 160.000 nacimientos, lo que representa una caída del 39 % en comparación con el año 2000, cuando se reportaron más de 360.000.
La drástica disminución se explica por una combinación de factores sociales y económicos. El incremento en el acceso a educación superior, la participación de más mujeres en el mercado laboral, el uso extendido de métodos anticonceptivos y la postergación de la maternidad han contribuido al descenso sostenido de la tasa de fecundidad. Actualmente, el promedio nacional es de 1,79 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo generacional de 2,1. En provincias como Pichincha, esta tasa desciende a 1,3.
Expertos advierten que esta tendencia, que se ha acelerado desde 2019, tendrá efectos estructurales en la economía. A corto plazo, ya se evidencia una menor demanda de servicios dirigidos a la infancia, como guarderías, productos escolares o pediatría. A mediano y largo plazo, se prevé una reducción en la población económicamente activa, lo que podría poner en riesgo la sostenibilidad del sistema de pensiones y aumentar la presión fiscal sobre las futuras generaciones.
Proyecciones del INEC indican que, de mantenerse esta tendencia, para el año 2050 el país podría registrar poco más de 230.000 nacimientos anuales. Al mismo tiempo, la proporción de personas mayores de 60 años seguirá en aumento, en un contexto donde aún no se han implementado políticas públicas que preparen al país para este cambio demográfico.
La caída en los nacimientos refleja una transformación silenciosa pero profunda en la estructura poblacional del Ecuador. Un fenómeno que plantea nuevos retos para el Estado, la economía y la sociedad en su conjunto.
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