Una asambleísta intrépida denunció que un compañero de partido dibujaba monigotes durante las sesiones en lugar de atender los sabios y elocuentes debates parlamentarios. Curiosa denuncia, pues hemos visto que, durante las sesiones, los parlamentarios conversan, duermen o pasan con el teléfono mirando Dios sabe qué.
Hacer monigotes es lo más inocente que pueda concebirse entre legisladores que han sido acusados de diezmeros, tránsfugas, violadores y narcotraficantes. El inocente diputado, casi adolescente, llegó a la Asamblea con la mamá, un hermano y la tía, todos ahora parte de la burocracia legislativa.
No sabemos cómo tipificarán la falta, tomando en cuenta que no existe ley que prohíba dibujar, aplicando el principio jurídico acuñado por la más alta autoridad parlamentaria. Es probable que el caso no tenga consecuencias para el más joven legislador que hemos tenido, pero afectará a cientos de funcionarios.
La investigación parece que ya estaba adelantada porque se informó que había en la Asamblea 40 hermanos y otros casos de nepotismo que serán corregidos mediante un reglamento que, probablemente, está listo. Todos los parientes, agnados y cognados dejarán la Asamblea y, probablemente, serán reemplazados por otros que, probablemente, ya están escogidos. (¡Por ahí hubiéramos empezado!)
Nepotismo viene de nepote (sobrino) y consiste en utilizar un cargo para otorgar privilegios a los parientes o amigos al margen de los méritos. Ocurre en la política, los negocios, la academia y la religión. De algunos curas benefactores de sus familiares se decía que Dios les quitó los hijos, pero el diablo les llenó de nepotes.
El caso ha puesto de nuevo sobre el tapete la conveniencia de establecer condiciones de edad y mérito para los asambleístas. En democracia, cualquiera puede representar a los ecuatorianos, no es necesario que sea abogado, experto ni tenga muchas maestrías, basta que sea honrado, tenga sentido común y piense en sus representados y no en sí mismo.
0 comentarios