En este Ecuador de sobresaltos permanentes, pocas palabras encierran tanta verdad como esa cifra fría que los titulares apenas mencionan: el Riesgo País, que no es otra cosa más que un índice que parece lejano, técnico, casi reservado para banqueros y ministros de Finanzas, pero que termina golpeando el bolsillo de todos, desde el empresario grande hasta la familia que apenas sobrevive al día, que, en nuestro medio, corresponde a casi la mayoría de ecuatorianos.Basta mirar el carrusel de los últimos dos años para entenderlo, por ejemplo, en octubre de 2023, cuando el señor Noboa, gana la segunda vuelta electoral, se sitúa en 1.839 puntos, a diciembre del mismo año, cuando “coincidentemente”, la violencia se desborda, el país se paraliza entre atentados y la inseguridad crece y dicho indicador marca su pico más alto, hasta los 2.141 puntos,En enero del 2024, la toma del canal TC Televisión, de propiedad del Estado, luego de una tendencia a la baja, incrementa el riesgo país a los 2.039 puntos, teniendo el Gobierno Nacional actuar con medidas de mano firme y se empezó a dar la batalla dura contra los grupos criminales, el indicador, fiel reflejo de la nueva confianza que se reflejaba al momento de las medidas tomadas por el señor presidente, comenzó a descender.Posterior a eso, otro revés, la crisis energética y los apagones, una de esas desgracias que no respeta ideologías ni colores partidistas, el resultado, un nuevo rebote a casi 1.500 puntos en agosto de 2024.Luego vino un alivio momentáneo, se acabaron los cortes programados, la luz volvió a todas partes y, con ella, una relativa estabilidad, hasta que la política, como siempre, decidió aguar las fiestas y la primera vuelta electoral del 2025, que se resolvió con un empate técnico entre los dos finalistas, inicia un nuevo periodo de incertidumbre y se volvieron a reventar los números.Tres días antes de la segunda vuelta electoral que fue captada de una manera apabullante por el señor Daniel Noboa, el riesgo país rozaba otra vez los 1.900 puntos, sin embargo, de lo anterior y luego de una estabilidad política que se suma a una Asamblea que permite desarrollar al Gobierno sus intenciones de cambio, sitúan al Ecuador a julio del presente año con un valor inferior a los 800 puntos del índice de Riego País.Mientras más bajo se sitúa el Riesgo País, menos nos cuesta endeudarnos con inversores internos y externos, y que el Estado se financie más barato significa que queda más margen para invertir en seguridad, infraestructura y servicios básicos, en lugar de regalar la plata en intereses.Además, un riesgo país bajo atrae inversión, esto simplemente no es sólo teoría para “genios” de la macroeconomía, es la diferencia entre pagar una hipoteca a tasas manejables o condenarse a intereses que duplican la deuda, es el margen para que los pequeños negocios accedan a financiamiento sin hipotecar hasta la herencia, es la ruta para que la banca nacional se anime a prestar más y mejor, sin tanto condicionamiento, muchas veces absurdo.Un índice bajo no es un trofeo, es una responsabilidad y requiere coherencia política, sensatez económica y sobre todo, no volver a caer en la tentación de incendiar todo por un par de votos más, porque si algo hemos aprendido es que en el Ecuador cada punto cuenta, para bien o para mal, nos retrata ante el mundo y determina si seguimos condenados a pedir plata como si nos hicieran un favor, o si de una vez por todas, demostramos que nosotros podemos ser un socio confiable, atractivo y estable con un saludable “Riesgo País”.
La educación en crisis
Por Aurelio Dávila
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