El reconocido internacionalsista Joseph Nye, en el marco de las Relaciones Internacionales, en sus investigaciones reconocidas ound to Lead: The Changing Nature of American Power, que luego desarrollaría en 2004 en Soft Power: The Means to Success in World Politics, es quien dejó el legado y la concepción del concepto de poder blando.
Este concepto se refiere al ejercicio establecido en una guerra o conflicto, mediante el uso de medios ideológicos o culturales, sostenidos en medios diplomáticos a fin de modificar el comportamiento de otro actor como una coerción sutil hacia el logro de objetivos estratégicos específicos.
En el estudio de las estructura criminales, se puede evidenciar, sobre todo en las bandas o carteles locales, los más grandes y aquellos que se autonomizaron en su prácticas de los grandes carteles mexicanos y colombianos un constante ejercicio de dicho poder y operan en territorio ecuatoriano de manera atomizada en zonas de territorio interior y fronteras, algunas características se poder blando para lograr establecer gobernanzas criminales sobre indígenas, campesinos, grupos vulnerables, menores de edad y hasta autoridades autoridades en territorios locales., donde por una débil resiliencia estatal las zonas se han visto abandonadas, espacios que ha empezado a ser ocupados por grupos criminales.
Dichos espacios se convierten en verdaderos semilleros para el ejercicio, el mantenimiento y la expansión de su poder; es así que las estructuras criminales buscan las mejores condiciones para el mantenimiento de su poder, por ende el sometimiento de grupos poblacionales para que se conviertan en alfiles útiles a sus intereses criminales., en un aparente juego estratégico de cooperación, a partir del cual dichos grupos establecen autoridad no solo como ejercicio de poder, sino atienden con seguridad, recursos, trabajos ilícitos, generación de particulares sentidos de vecindaje y protección entre unos y otros.
Para ello se requiere de un conocimiento específico de las zonas en las que se operan no solo en su variables socio-demográficas, sino culturales e ideológicas, y sobre todo la relación población-territorio y la relación emocional y afectiva hacia él. En este espacio la relación población-territorio esta enlazada en el funcionamiento del ejercicio del poder e ideología a partir de prácticas discursivas, para materializar “acuerdos”, desde la configuración de sentidos de mundo, formas de ser y estar en el mundo, imaginarios de protección y de generación de estabilidad criminales que les permitan forman comunidades que contribuyan al fortalecimiento de las gobernanzas criminales, es decir “ por las buenas” con arreglos implícitos buscando el largo plazo en ellos..
Para lograr tales propósitos en la relación entre actores y mercados criminales cada vez más diversificadas, se busca mecanismos ideológicos, culturales catapultados por la diplomacia catalítica criminal y el uso de los denominados stakeholders criminales, grupos de servicios de rango medio- de la grandes organizaciones que se dedican a ideologizar a los grupos poblaciones objetivo, que son prácticamente utilizados como alfiles dóciles, cajas de resonancia, a partir de un cúmulo de argumentos y racionalizaciones, como sostiene la reconocida experta del análisis del discurso Julieta Haidar que garantizan la naturalización de poderes criminales como autoridades de ciertos territorios y espacios. Uno de estos casos son los procesos a partir de los cuales se producen y reproducen a los sujetos en distintas materialidades como son las estéticas criminales, una de ellas el marcaje de tatuajes zoomórficos ( formas de animales) que se hacen Lobos, Tiguerones y Choneros en distintas partes de sus cuerpos; los cuerpos son el espacio del poder y la resistencia, como un marca de diferenciación, como un imaginario de pertenencia y sobre todo como mecanismos a la reclusión y anclaje de nuevas miembros a sus filas..
Por una especie de efecto contagio las narcoculturas, van especializándose cada vez más, pero también ampliando su radio de influencia, como en la música, graffitis, rituales religiosos, formas de reclutamiento mediante el uso de psicología oscura a a través de la deep web y la dark web. Todas estas prácticas va ganando espacio al poder duro, y en ciertos espacios de la frontera, por ejemplo la zona donde operan los Lobos aliados a Comandos de Frontera colombianos se están expandiendo este tipo de prácticas en Putumayo y Nariño, Carchi y Sucumbíos. De hecho, una forma de trabajar los imaginarios de pobladores para ampliar la presencia de grupos criminales es “construir las realidades paralelas” o grupos criminales espejos o fantasmas, que garanticen la propia supervivencia, reproducción y fortalecimiento de los grupos de origen garantizando su rápido fortalecimiento y protegiendo sus estructuras, evitando ser golpeados y mantenerse resilientes en el ejercicio de su poder, mientras sus grupos fantasmas se encargan de hacer creer que son reales.
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