Ecuador atraviesa una nueva alerta energética pese a estar en temporada de lluvias. Ocho centrales hidroeléctricas están afectadas por exceso de sedimentos, entre ellas Coca-Codo Sinclair, la mayor del país. Aunque oficialmente el Gobierno asegura que no habrá cortes, el Operador Nacional de Electricidad (CENACE) ya solicitó a las distribuidoras preparar un plan de racionamientos entre las 17:00 y las 22:00.
En entrevista con Teleamazonas, el especialista en energía Gabriel Secaira advirtió que el sistema está funcionando “con las justas”, dependiendo en gran medida de generación térmica privada y de emergencia.
“Seguimos teniendo un sector vulnerable. Si hubiésemos activado los 1.700 MW térmicos disponibles, podríamos haber evitado este escenario”, señaló.
La central Coca-Codo no ha dejado de operar totalmente, pero entra y sale de servicio mientras se limpia el sistema de captación. La acumulación de material, producto de las lluvias y la deforestación en la Amazonía, obliga a parar constantemente para evitar daños en las turbinas.
A esto se suma la erosión regresiva del río Coca, que sigue avanzando sin freno. Ya está a apenas 5 km de las obras de captación de la central. Aunque se ha construido un dique permeable para frenar el fenómeno y se plantea hacer otros, no hay garantía de que detendrán el deterioro.
“Se habla de subir las obras de captación aguas arriba, pero eso costaría entre 400 y 500 millones de dólares y reduciría la potencia de la central”, explicó Secaira.
Además, los motores adquiridos por el Estado para las centrales Quevedo y El Salitral siguen sin funcionar. El escándalo de Progen y ATM, que involucró equipos usados e incompletos, mantiene paralizados esos proyectos. Según Seconsor, si mañana CELEC se hiciera cargo, pasarían meses hasta que estén operativos:
“Faltan plantas de tratamiento de combustible, calderos y otros componentes esenciales. Si Celec no los compra rápido, esos motores podrían estar listos después del estiaje”.
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