El caos impera en el mundo. Caudillos criminales y ladrones han secuestrado países como Venezuela, Nicaragua, Irán, sin que los organismos internacionales o las grandes potencias puedan hacer nada. Se amparan en la soberanía nacional y defienden grandes intereses geopolíticos.
El mayor de todos los peligros es la teocracia de Irán. En nombre de Dios, financian y arman movimientos terroristas como Hamas, Hisbolah y los hutíes de Yemen. Ha declarado una guerra a muerte a Estados Unidos y a Israel; para cumplir su amenaza necesitan armas nucleares. Irán controla el estrecho de Ormuz por donde pasa el 2% del petróleo mundial.
Estados Unidos, Israel y otros países descubrieron que los Ayatolas estaban a pocas semanas o meses de fabricar armas nucleares. Donald Trump consideró que era el mejor momento para destruir las bases nucleares sin que se desatara una tercera guerra mundial o involucrara a los países de la región.
La base nuclear más importante de Irán es la de Fordow construida a 80 metros bajo tierra y reforzada con acero y hormigón. Inexpugnable. Solo Estados Unidos tiene bombas capaces de penetrar a esas profundidades y aviones capaces de acercarse sin ser detectados. Aviones B-2 spirit lanzaron bombas antibunker y misiles sobre las instalaciones de Fordow, Natanz e Isfahan.
El presidente Trump aseguró que la misión había sido exitosa y ningún país se unió a Irán en esta guerra. Los países árabes de la región ven con pavor a los ayatolas con armas nucleares, Rusia apenas puede con su guerra en Ucrania y China teme que Irán cierre el estrecho de Ormuz y le deje sin petróleo para su maquinaria industrial. Tal vez todos se alegraron con el ataque.
La presencia de Irán en América Latina es muy fuerte, ha invertido mucho dinero en Venezuela que le vende uranio, en Bolivia y Argentina. Irán es una amenaza para todo el mundo. Es posible que el ataque no haya destruido las centrales, como dice Trump, y solo haya retrasado la carrera nuclear de Irán.
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