Los violentos cada día más bárbaros y los ciudadanos cada día más desesperanzados; la violencia no cesa. “Las autoridades deben entender que una estrategia de reacción judicial y militar no es suficiente para enfrentar un problema de esta magnitud”, lo dice la ex fiscal Diana Salazar en un artículo publicado por The Economist.
En el mapa del narcotráfico Ecuador era solo un país de tránsito, pero dice la ex fiscal que las investigaciones “revelan que las redes del crimen internacional han permeado la sociedad, han corrompido la administración de justicia, las agencias de seguridad, a funcionarios de elección en altos cargos y han contaminado sectores de la economía incluidos los de exportación”.
Para reducir al monstruo hay que atacarlo con todas las armas: la fuerza pública, la justicia, la financiación. Los países consumidores deberían financiar el combate, proporcionarnos armas, tecnología, información; son parte principal del problema, son la demanda en el mercado sucio.
A la vista del monstruo crecido, el gobierno con la mayoría a su medida ha aprobado leyes para matar al monstruo, leyes que asustan más a los ciudadanos porque dan más poder al gobierno y le permiten desde allanar sin orden judicial hasta exigir información a cualquiera, incluyendo el periodismo.
Más leyes que son telarañas que pretenden inmovilizar al monstruo mientras tiene a su servicio, tropas de abogados, fiscales, jueces y funcionarios expertos en eludir y burlar la ley, convirtiendo cada caso en un ovillo de anzuelos imposible de desenredar. El monstruo sigue creciendo y nos puede devorar.
Los ciudadanos elegimos a quienes creímos que más lejos están de sospechas, acuerdos y tolerancias que pueden permitir al monstruo convertir ciudades y regiones en su coto de caza, como ha ocurrido en Colombia, México e incluso en Europa. “Amenaza tan poderosa contra la democracia y la seguridad del Estado, exige una respuesta igualmente poderosa”, dice la exfiscal Salazar.
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