León XIV

May 12, 2025

Por Alberto Dahik

A partir del siglo XIII los cardenales de la Iglesia se reúnen en el cónclave (palabra originariamente latina que quiere decir habitación que se puede cerrar con llave), y el planeta espera el famoso “humo blanco” que indica que se abrirá el balcón del palacio Vaticano, para que el cardenal protodiácono pronuncie la famosa frase en latín: “Habemus papam”, luego que el elegido ha sido revestido de su nueva vestimenta y pasado por la Sala de las Lágrimas, para finalmente aparecer ante el pueblo en la plaza de San Pedro.

Las elecciones durante los siglos XX y XXI han sido expeditas, con gran unidad y para quienes creemos en la fe católica con gran asistencia del Espíritu Santo.

No siempre fue así. En tiempos antiguos las elecciones suscitaban pugnas, porque el papado controlaba también los estados pontificios. Se producía una votación que no era secreta, las luchas eran abiertas, e inclusive se elegía por aclamación, donde en ocasiones participaba el mismo pueblo romano. Caso notable el de Gregorio VII, papa entre 1073 y 1085 nombrado por aclamación, y según ciertas crónicas, producto de que una paloma se posó sobre su hombro y fue tomado como un claro mensaje de que era un mensaje divino para su elección.

La brillantez, calidad humana, talento y sapiencia de los papas en los últimos 200 años, muestran claramente virtudes similares de sus electores. La elección de León XIV confirma esta realidad.

Los “papables” regresaron como siempre cardenales. Robert Francis Prevost Martínez, con raíces francesas, españolas e italianas, nacido en los Estados Unidos y nacionalizado peruano, no era uno de los que los “expertos” (que siempre se equivocan) habían señalado como gran candidato.

Pasó varios mensajes, explícitos e implícitos. Su vestimenta, con todos los atuendos usuales de un papa, contrastaron con el hábito blanco de Francisco. Siendo León XIV extremadamente sencillo, por su historial comprobado, quiso ponderar valiosas tradiciones que tienen profundos significados en la Iglesia. Al escoger el nombre de León XIV, se inspira en León XIII, papa gigante, quien inicia la formalización de la doctrina social de la Iglesia. Nos dice entonces León XIV: “tengo gran preocupación por lo social”. Pero León XIII además fue ortodoxo en la doctrina, pidió que se estudiara más a santo Tomás en los seminarios. León XIV es hijo espiritual de san Agustín; no puede entonces estar más firme en la sana doctrina con estos antecedentes.

Continuará la obra de Francisco, que dio vientos frescos a la Iglesia, pero marcó también en su discurso su propia línea, hablando de sinodalidad, pero no se concentró en ello, sino más bien se centró en Jesucristo, en tender puentes y en la paz de Cristo.

Finalmente: ¡qué gran lección para quienes atacan la migración! León XIV es un hijo predilecto de la migración. Y es un mensaje fuerte para el mundo. Hay dos jefes de estado de origen estadounidense. Cuando se encuentren el uno le dirá “Señor presidente” y el otro responderá “Su santidad” a un hijo de inmigrantes. Y esa notable diferencia es importantísima para hacer meditar al presidente de los Estados Unidos.



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