La primera tarea de Daniel Noboa luego de su triunfo el 13 de abril es armar una mayoría legislativa para dejar atrás la Asamblea conspirativa y contar con un legislativo que colabore en el desmontaje del andamiaje legal del socialismo del siglo XXI.
Acto seguido el Gobierno debe decidir por cuál vía cambiar el marco constitucional: constituyente, reformas parciales vía consulta popular tras conseguir visto bueno de la Corte Constitucional, o como aconseja el Dr. Enrique Herrería, con la experiencia de sus seis años como integrante de la Corte Constitucional, que el presidente conforme una comisión de especialistas que en un breve lapso (un mes dijo) puede redactar una nueva constitución, e invocando el artículo primero de la Constitución de Montecristi, consultar al pueblo sin pasar por Asamblea o Corte Constitucional. En cuestión de pocos meses podríamos tener una nueva Constitución, que eliminaría instituciones que son un lastre como el Consejo de Participación, las trabas a la inversión privada en petróleo, electrificación y vialidad, entre otros, blindaría la dolarización y permitiría mantener a los delincuentes en las cárceles.
Este año se perfila como duro en materia fiscal, con la caída del precio del petróleo. Pero es necesario poner fin a una década en que no ha crecido el PIB per cápita. Dada su excelente relación con Trump, Noboa podría buscar que Washington interceda para que las multilaterales aumenten su financiamiento al Ecuador, ya que difícilmente el país accederá a los mercados financieros internacionales este año. No se puede seguir teniendo como meta prioritaria conseguir fondos para no incurrir en moratoria.
Con la experiencia del último año y medio y sin el lastre de una Asamblea conspiradora el gabinete debería estar en condiciones de romper la inercia de la administración pública y dar paso a la represada inversión privada. Los ministerios del Medio Ambiente y Economía deberían aprobar o negar los contratos de inversión, no mantenerlos en el limbo. Algo se ha comenzado a hacer. Desde que Inés Manzano pasó del Medio Ambiente a Energía y Minería, han salido los permisos ambientales para dos proyectos mineros medianos, La Plata en Cotopaxi y El Domo en Bolívar, y hay la esperanza de que otros entren a la fase de desarrollo, para que estén en producción para cuando Noboa busque la reelección.
En petróleo hay que contratar empresas para que exploren y también desarrollen campos que no están en plena producción. Un primer proyecto es la inversión de Sinopec para que invierta 106 millones de dólares en una campaña de perforación para incrementar la producción en 12.000 barriles diarios. Hay que buscar una empresa para que opere el OCP, fue un desacierto no negociar con la operadora existente. No más darle la espalda al gas del Golfo de Guayaquil. No hay tiempo que perder con el proyecto de nueva refinería en Santa Elena. Toma cuatro años en construirse y debería inaugurarse durante la próxima campaña presidencial.
Una sucesión de hechos que permitan palpar que la administración pública deja de ser un lastre sería un aliento a la inversión privada nacional; su arranque pondría fin al estancamiento económico y la falta de empleo. El presidente podría ser optimista de sus perspectivas electorales en 2029.
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