Una Asamblea diferente, es posible

May 7, 2025

Por Aurelio Dávila

Estamos a días de que se instale la nueva Asamblea que cogobernará con el ejecutivo los siguientes cuatro años. Allí se discutirán las nuevas leyes que regirán el país en este período.

Pero, ¿es una nueva Asamblea o será la misma Asamblea, que ha estado en el Palacio Legislativo durante este siglo? Me inclino más por lo segundo, con la diferencia que optarán por una nueva vía, pero usando el mismo motor, porque en los últimos 20 años, excepto Guillermo Lasso, los presidentes gobernaron con una mayoría absoluta, una verdadera aplanadora. La tuvo el expresidente y prófugo de la justicia, Rafael Correa, en todos sus períodos, al igual que el expresidente, Lenin Moreno, y ahora la tendrá el mandatario electo, Daniel Noboa.

Tendremos muy pocos asambleístas oradores, ya se no fabrican (elegimos) de la talla de Raúl Clemente Huerta; Carlos Julio Arosemena; León Febres Cordero; Raúl Baca Carbo; Jaime Hurtado; o Rodrigo Borja, y muchos más, aquellos que estuvieron en 1979, cuando retomamos el camino democrático. El mamotreto de Montecristi, que algunos lo llaman Constitución, privilegia que lleguen al primer poder del Estado, inluencers más que oradores, ciudadanos comunes más que académicos, conocidos más que preparados. Ya no existen debates que llamen la atención a todo el país.

Y, es justamente, la principal misión de la nueva Asamblea: cambiar la Constitución para que a los cargos de elección popular llegue gente con mayor preparación, con experiencia, con conocimiento y no que sean simples levanta manos. Qué lindo sería para nuestro país, que los asambleístas sean gente de gremios, de la Academia, de los sindicatos, de colegios profesionales, de organizaciones barriales, que puedan hacer y debatir proyectos de ley prácticos, del diario vivir, que se piense en el país, más que en la reelección, que, en vez del Día del Bizcocho, tengamos la Ley de apoyo al emprendedor, del cuidado a niños y adultos mayores, de la protección al productor y exportador, que podamos disfrutarlo por largo tiempo.

En Montecristi dijeron que teníamos una Constitución para 300 años y luego de 10 años, estas mismas políticos decían que necesitamos nuevas normas. Quiero una Asamblea pro- positiva, que no sea de largos pedidos de fiscalización para entorpecer los proyectos y corregir las leyes actuales. Una Asamblea que sea de puertas abiertas al progreso del país, y no una Asamblea de lanzar cáscaras al poder Ejecutivo.

De los 151 asambleístas dependerán que el presidente Noboa tenga que llamar a una Constituyente o que colegisle. No pierdo la esperanza que 2025 sea el inicio del Ecuador del diálogo.



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