La crisis que atraviesa el correísmo, uno de los movimientos políticos más influyentes de Ecuador en los últimos años, se está tornando más evidente con cada derrota electoral. Según el analista político Lolo Echeverría, esta crisis no es solo consecuencia de los resultados electorales recientes, sino una problemática interna que venía gestándose desde antes de las elecciones.
Echeverría señala que el correísmo enfrenta una desarticulación profunda, que se refleja en sus recientes fracasos y en la falta de una estructura interna sólida. El caudillismo, la corrupción y la desconfianza interna son, según el analista, los principales factores que han llevado a este colapso. “El caudillismo convierte al líder en el centro de todo, limitando el desarrollo de nuevas voces y estructuras dentro del movimiento”, afirma Echeverría.
Además, destaca cómo el fanatismo dentro de las filas del correísmo ha conducido a situaciones como grabaciones internas entre miembros del partido, una manifestación de desconfianza y rivalidades internas. Este fenómeno, señala, es un reflejo de la crisis estructural que enfrenta el correísmo, cuyo liderazgo ha sido cada vez más cuestionado.
Uno de los puntos más delicados, según el analista, es la dependencia del correísmo del liderazgo de Rafael Correa. A pesar de la creciente desafección interna, la base electoral del movimiento sigue ligada a la figura del exmandatario, lo que dificulta cualquier intento de renovación o cambio. “El correísmo depende del caudillo para movilizar a sus seguidores, pero dentro del partido hay un reconocimiento de que este liderazgo se ha convertido en un obstáculo”, afirma Echeverría.
El futuro del movimiento parece incierto. Si bien Echeverría sugiere que el correísmo podría tener una oportunidad de recuperación a través de sus cuadros locales, en especial en gobiernos seccionales, también advierte que la persistencia de la estructura caudillista podría condenar al partido a seguir sumido en su crisis. Según Echeverría, la clave de la supervivencia del correísmo radica en su capacidad para adaptarse a un nuevo modelo de oposición democrática, desvinculándose del caudillo y de los intereses judiciales del exlíder.
El análisis también toca un tema clave: la Constitución de Montecristi, que ha sido la base del proyecto político del correísmo. La propuesta de cambiarla podría representar una amenaza para el legado político de este movimiento, lo que, en palabras de Echeverría, refleja la “crisis estructural” del correísmo.
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