El presidente de Colombia, Gustavo Petro, volvió a encender la polémica regional con una serie de publicaciones en la red social X que ponen en entredicho los resultados de las elecciones presidenciales en Ecuador. Sin pruebas, Petro desconoció la victoria de Daniel Noboa y se alineó con las narrativas del correísmo, generando rechazo tanto en Ecuador como entre observadores internacionales.
En sus mensajes, Petro aseguró que el proceso electoral no fue libre, acusó al Gobierno ecuatoriano de detener a Leonidas Iza (lo cual nunca ocurrió), cuestionó la presencia militar en los recintos electorales —cuando esta es una práctica habitual— y exigió la entrega de actas que, en realidad, son públicas y accesibles desde el día de la elección.
A pesar de las aclaraciones oficiales y del informe preliminar de la OEA, que no encontró irregularidades sustanciales, Petro volvió a la carga al día siguiente:
“No hay elecciones libres bajo estado de sitio y no puedo reconocer las elecciones en Ecuador”, escribió, desafiando los estándares diplomáticos y generando una grieta con el Gobierno de Noboa.
Más tarde, aseguró que en Ecuador existe una “lista negra de opositores perseguidos”, en referencia al excandidato Diego Borja, quien fue demorado en la frontera por cruzar de forma irregular. El Gobierno ecuatoriano explicó que Borja ocultó su identidad con una gorra y mascarilla y no presentó su cédula, lo que activó controles de rutina.
¿Intervencionismo disfrazado de asilo?
Lejos de bajar el tono, Petro ofreció asilo político a quienes, según él, estén siendo perseguidos, pese a que ninguno ha solicitado refugio ni enfrenta causas judiciales abiertas. La oferta fue vista como una jugada política más que humanitaria.
Ya en el fin de semana, el mandatario colombiano volvió a opinar sobre Ecuador, esta vez por la masacre ocurrida en una gallera en Manabí, donde murieron al menos 13 personas. Petro comentó que se trataba de un caso de “violencia traqueta”, comparándola con la violencia del narcotráfico en Colombia.
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