Quito está sin ambiente, y no, no me refiero al ambiente de la ciudad, de urbe, de fiesta, y eventos que tampoco hay, sino a la poca o casi nula gestión ambiental que se ve la capital. Y digo que se percibe, porque quizá casa adentro intentan o han hecho algo, pero como ciudadana solo veo inacción y deterioro de la Carita de Dios en la gestión ambiental, que es vital para el desarrollo de nosotros y pilar en la salud pública.
Vamos a desarrollar los principales componentes de la gestión ambiental mínima que esperamos tener en una ciudad capital. Empecemos por la más evidente, la gestión de la basura, la gestión de los desechos, si bien es cierto que el alcalde Pabel Muñoz lanzó el proyecto “Mi Quito Recicla”, para la recolección diferenciada de desechos, su ejecución e implementación no se ven. Aún no se ven los contenedores de colores y la mayoría de los ciudadanos ignora el tema. Esto sin hablar del relleno sanitario que sigue en estado de crisis continua.
Ahora, lo que más preocupa por el riesgo que implica, es la gestión de quebradas y ríos. Cada vez es más notorio que crecen proyectos inmobiliarios y construcciones en los bordes de quebradas. Esto es muy peligros porque provoca erosión, deslaves e inestabilidad de los terrenos. Lo que llama más la atención, es que en 2013 las quebradas de Quito fueron declaradas patrimonio natural y cultural, esto obliga al Municipio de Quito a su conservación. Entonces, ¿cómo es que se emiten permisos de construcción en los bordes que quebradas? ¿Quién entrega estos permisos? ¿Si no hay los permisos por qué el Municipio no ha implementado sanciones o detenido su avance? Adicionalmente, estas construcciones o conjuntos habitacionales cuando estén operativos, si sufren daños o perjuicios representan riesgos para los propietarios, ¿quién asumiría esas consecuencias? Hay mil interrogantes a un problema ambiental que se expande y nadie parece querer abordar, nadie excepto organizaciones de ciudadanos que se preocupan y levantan la voz, pero no les han escuchado para nada.
No me da el espacio para seguir hablando de los otros problemas ambientales que son muy evidentes, como el crecimiento de la fauna urbana sin control, parques y veredas sin mantenimiento, crecimiento descontrolado de ventas ambulantes y la contaminación por el smog que se ha vuelto parte del paisaje.
Mi lindo Quito sigue siendo la Carita de Dios, pero no sé cuánto más tiempo aguante malas administraciones.
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