Domingo 13 de abril

Abr 17, 2025

Por Kléver Antonio Bravo

Si hubo un día en este abril – lluvias mil, donde el Sol volvió a sus mejores esplendores, fue este domingo próximo pasado. Y sí que lo fue. Primero, porque los maestros ecuatorianos recordamos nuestro día decretado por el presidente José Luis Tamayo, liberal hasta las mismas, quien en su primer año de gobierno reconoció el trabajo de educar a los niños y jóvenes, allá por el año 1920; además, fue un tributo al escritor ambateño Juan María Montalvo Fiallos, quien nació el 13 de abril de 1832. Si algo suena mejor para el maestro ecuatoriano es su himno, con los versos del poeta guayaquileño Pablo Hannibal Vela y la música de Enrique Espín Yépez. Esto dice su tercera estrofa: Oh maestro que estás en la cátedra / De tus labios queremos la aurora / Tu palabra es la luz que se aflora / y amanece en las cumbres del bien.

Segundo, el mundo católico vivificó su fe con recordar el Domingo de Ramos, día que el pueblo de Jerusalén recibió a Jesús con ramos y olivos, a sabiendas de que era su última semana de vida terrenal, la Semana Santa. Pues hay que reconocer que él también fue maestro durante sus últimos tres años, y lo hizo con su voz pacífica y esperanzadora para hablar de la paz y del perdón. Y lo hizo en arameo de Galilea.

Tercero. Este domingo próximo pasado amaneció con una ligera llovizna, pero en la tarde vino el Sol con sus mejores esplendores. No vino solo. Vino con una luz que abrigó la esperanza de un Ecuador con libertad, lejano de ciertas amenazas que venían merodeando el horizonte, queriendo hacer de la patria una ruina disfrazada de felicidad; queriendo hacer del suelo equinoccial un manto de odio y revancha: porque “la venganza será contundente”, pues así lo dijo el abanderado de la megalomanía.

En el ocaso del domingo próximo pasado, los ramos y romeros eran bendecidos, las urnas fueron abiertas y el conteo de votos anunciaba los resultados esperados. Cada minuto, cada hora, significaba un síntoma de tranquilidad por los resultados a favor del candidato a quien estamos colocando nuestra fe, nuestra seguridad, nuestro futuro. Este panorama era de tranquilidad, por decir lo menos. Hay razones para escribir estas líneas en nombre de la estabilidad del dólar, de que los “gestores de paz” no van a ser los inquisidores con garrote, y que ya no estaremos “cerquita de Venezuela”.

El pasado 13 de abril, entre Jesús y sus bendiciones, entre los maestros que pasamos a un segundo plano por obvias razones, fue un domingo digno de respirar tranquilos y dormir en paz. Creemos que, por ahora, Ecuador estaba unido. Al menos ya no pensamos en emigrar…

Gratitud al maestro que alumbra / nuestra vida y la llena de estrellas / Gratitud que en la patria que en ellas / ve otro cielo en palabras de luz.



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