A menos de 24 horas de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunciara la victoria de Daniel Noboa en las presidenciales, la tesis de un supuesto fraude electoral impulsada por la Revolución Ciudadana (RC) ha comenzado a diluirse, tanto dentro como fuera del movimiento.
La noche del 13 de abril, la candidata Luisa González rechazó públicamente los resultados preliminares. “No aceptamos esta derrota”, dijo en un encendido discurso frente a sus simpatizantes. Sin embargo, tras esas declaraciones, tanto ella como Andrés Arauz, responsable del control electoral del correísmo, han optado por el silencio.
Rafael Correa, líder del movimiento, fue el único que mantuvo activa la narrativa del fraude, aunque sin presentar pruebas. Cambió el enfoque: ya no hablaba de una alteración directa del conteo de votos, sino de un supuesto “fraude estructural”, en referencia a condiciones del proceso que —según sus seguidores— afectaron la transparencia del mismo.
Entre esas condiciones, la RC señala la prohibición de fotografiar las papeletas marcadas, la presencia militar en los recintos, la falta de acceso a encuestadores independientes y la supuesta contradicción entre los resultados oficiales y las proyecciones de once encuestadoras que, según ellos, favorecían a González.
No obstante, para expertos como el abogado electoral Diego Zambrano, estas afirmaciones tienen poco peso jurídico. “No basta con pedir que se abran todas las urnas. Para objetar el escrutinio, debe demostrarse que una junta sesionó sin quórum, que las actas no tienen firmas válidas o que se falsificó alguna acta”, explicó.
Zambrano recalca que cualquier objeción debió haberse hecho durante la fase de escrutinios públicos. Y para revertir una diferencia del 11% en los votos —alrededor de un millón—, se necesitaría impugnar miles de actas y demostrar un perjuicio de al menos 700.000 votos. “En el sistema electoral ecuatoriano, un fraude es difícil de concretar sin que lo adviertan los delegados de las propias organizaciones políticas”, añadió.
Mientras tanto, puertas adentro del correísmo la narrativa también se tambalea. Líderes como Paola Pabón, Marcela Aguiñaga, Pabel Muñoz, Leonardo Orlando y Juan Lloret han reconocido la victoria de Noboa. Incluso Diego Borja, binomio de González, compartió un mensaje de felicitación de Pabón en redes sociales, llamando “presidente reelecto” al mandatario.
Para el analista político Giuseppe Cabrera, este silencio en la cúpula de la RC responde a una aceptación tácita de los resultados. “No hay cómo revertir el resultado, y lo saben. Ahora están tratando de evitar fracturas internas y pensando en cómo sostener la etiqueta de oposición”, señala.
La posibilidad de revertir los resultados se ve aún más lejana tras el pronunciamiento preliminar de la Misión de Observación Electoral de la OEA, que este 14 de abril concluyó que no existen indicios para cuestionar el resultado proclamado por el CNE. La organización destacó que los datos del sistema de escrutinios coincidieron plenamente con los que recabaron sus observadores en campo.
En paralelo, los mercados internacionales reaccionaron positivamente a la victoria de Noboa, y figuras como Donald Trump se sumaron a los saludos: “Felicitaciones a Daniel Noboa, no los defraudará”, escribió el expresidente estadounidense en sus redes.
Todo apunta a que, pese a las dudas iniciales, la página electoral se está cerrando con un claro mensaje: las instituciones electorales resistieron, y el resultado se mantiene firme.
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