La tragedia ambiental en la costa ecuatoriana se agrava. Tres pescadores de Rioverde, en la provincia de Esmeraldas, encontraron en altamar una enorme mancha de petróleo, consecuencia del derrame ocurrido en Quinindé el pasado viernes.
Frickson Escobar, con 45 años de experiencia en la pesca, asegura que jamás había visto algo similar. “Es un daño que quedaría para la historia porque Rioverde enteramente vive de la pesca. Así está nuestra costa, qué pena”, lamentó en declaraciones a Televistazo.
El crudo se ha extendido por al menos dos kilómetros en el mar, afectando playas desde Peñas Blancas hasta Palestina. La pesca se ha paralizado: peces y mariscos aparecen muertos en la orilla, dejando sin sustento a cientos de familias. Solo en su comunidad, 2 000 de los 2 500 habitantes dependen de la pesca.
Escobar lleva cinco días sin trabajar y estima pérdidas de al menos 500 dólares. Para sobrevivir, ha recurrido a comprar camarones en criaderos y revenderlos. “Estamos esperando respuestas, pero mientras tanto, la marea negra sigue avanzando”, advierte.
El impacto del derrame ya traspasa fronteras: el Comité de Emergencias alertó que el petróleo podría llegar hasta Colombia. Mientras tanto, la incertidumbre y el daño ambiental crecen sin un plan claro de contención.
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