En periodos electorales, la información se transforma en un arma de doble filo. Con el crecimiento de las redes sociales y los avances tecnológicos, los ciudadanos se ven inmersos en un dilema constante: ¿es real lo que observan, escuchan o leen? Antes de difundir cualquier contenido, es crucial detenerse y reflexionar sobre su veracidad. De no hacerlo, se corre el peligro de convertirse en un eslabón más en la cadena de propagación de la desinformación, un riesgo palpable en las elecciones de Ecuador en 2025.
La difusión de noticias falsas no es un fenómeno nuevo, pero la tecnología ha acelerado su expansión a niveles preocupantes. De acuerdo con la Fundación Ciudadanía y Desarrollo (FCD), entre finales de 2024 y marzo de 2025, se han identificado más de 200 contenidos engañosos en redes sociales como Facebook, X, TikTok, YouTube y WhatsApp.
Estos contenidos pueden clasificarse según su intención y grado de manipulación: satíricos, paródicos, engañosos, manipulados, descontextualizados, fabricados, de impostores o aquellos con fines delictivos, como el phishing.
Uno de los mayores desafíos en estas elecciones es la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA) como herramienta para la desinformación. Tecnologías avanzadas permiten clonar voces y manipular imágenes y videos de actores políticos con una facilidad alarmante. Esta realidad impone una nueva responsabilidad a los votantes: desconfiar de lo que consumen y compartir con criterio.
¿Cómo usted puede identificar si una noticia o un contenido es parte de una estrategia de desinformación? Algunos patrones comunes incluyen la difusión de publicaciones idénticas desde distintas cuentas al mismo tiempo, lo que evidencia campañas coordinadas con el objetivo de desprestigiar candidatos y manipular la opinión pública. Muchas de estas estrategias se potencian mediante publicidad pagada, con el fin de influir directamente en el voto ciudadano.
Ante este panorama, es urgente fomentar una “cultura de la duda propositiva”. En palabras sencillas: si no estamos seguros de que algo es cierto, lo más responsable es no compartirlo. La desinformación solo puede combatirse con escepticismo y verificación.
Otro dato que sorprende es que la organización Usuarios Digitales, con su iniciativa “Un voto contra la desinformación”, identificó en la primera vuelta electoral cerca de 100 piezas manipuladas o generadas completamente con IA. En la segunda vuelta, la situación es aún más alarmante: se detectaron casos concretos de clonación de voz utilizados con fines engañosos, algunos difundidos desde cuentas oficiales de grupos políticos.
Para detectar estos engaños, es recomendable que los ciudadanos analicen los detalles técnicos en los videos e imágenes: la sincronización de los labios, la fluidez de la voz (evitando audios robotizados) y defectos en elementos como dientes y dedos, que suelen presentar inconsistencias en imágenes generadas por IA.
Todos debemos desarrollar un pensamiento crítico y evitar compartir contenido sin verificar su veracidad. No debemos dejarnos llevar por titulares sensacionalistas ni por informaciones que refuercen nuestras propias creencias sin cuestionarlas. Además, resulta urgente regular el uso de la IA en contextos electorales para evitar su instrumentalización con fines de manipulación. Con la campaña electoral de Ecuador programada para comenzar el 24 de marzo de 2025, es imprescindible que la ciudadanía se mantenga vigilante y exija transparencia a los candidatos.
La desinformación no es solo un problema de políticos y medios de comunicación: es una amenaza colectiva. Combatirla requiere un esfuerzo conjunto, donde cada persona asuma la responsabilidad de informarse de manera crítica y evitar ser parte de la cadena de propagación del engaño.
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