A finales del siglo XVI, la seguridad de la Real Audiencia de Quito estaba en manos de las milicias, pequeños ejércitos improvisados, cuya misión inicial era frenar el ataque de los piratas, aquellos delincuentes del mar que asaltaban nuestros puertos y las embarcaciones españolas que llevaban el oro y la plata con destino final hacia la Torre de Oro, en Sevilla, a orillas del Guadalquivir. Así, para el siglo XVIII, surgieron dos amenazas adicionales: los levantamientos indígenas y la expansión territorial por parte de la Corona portuguesa, representada en suelo sudamericano en lo que más tarde sería Brasil.
De las milicias, pasamos al Ejército regular, aquella institución del Estado que nació en 1755. Su inicio tiene un rasgo muy singular: en ese año, el marqués de Selva Alegre, don Juan Pío Montúfar y Frasso, presidente de la Real Audiencia de Quito, solicitó a la Corona la conformación de una compañía de seguridad, a la que la llamó Compañía de Guardia del Presidente.
efectivamente, este pequeño reparto se formó con un capitán, un teniente, dos sargentos, dos cabos, un tambor y 25 soldados; todos, “hombres blancos, de mayor estatura y costumbres”. Al poco tiempo, esta compañía fue reforzada con 50 soldados; y, para inicios del siglo XIX, contaba con 400 efectivos, recordando que, parte de ellos, participaron en el golpe de Estado del 10 de agosto de 1809.
Las dos fases de independencia, 1809 – 1812 y 1820 – 1822, dieron fuerza a las tropas emancipadoras de la región, desde la Falange Quiteña hasta el gran Ejército libertario; desde el combate de Funes, octubre de 1809, hasta la batalla de Pichincha, el 24 de mayo de 1822. Así fue como llegamos al nacimiento del Estado ecuatoriano, en 1830, con un Ejército dedicado a las guerras intestinas, bajo el mando de un presidente venezolano que maldijo el nacimiento de nuestra República.
Es válido reconocer que Rocafuerte mejoró las condiciones profesionales del Ejército; esto, con la fundación del Colegio Militar, instituto responsable de la formación de los oficiales. Lamentablemente duró siete años. Otro presidente que dio importancia al Ejército del siglo XIX fue García Moreno, quien fundó la Escuela Práctica de Cadetes, instituto que cerró sus puertas con el asesinato de su fundador. En esta labor también hicieron su parte los presidentes Antonio Flores Jijón y Luis Cordero, hasta que llegó Alfaro al poder, con la misión de modernizar el Ejército con la presencia de la Misión Militar Chilena, pues con ella se llevó a cabo la quinta y definitiva fundación del Colegio Militar.
La historia de nuestro Ejército del siglo XX es un tema conocido, dado que su misión era el cuidado de sus fronteras, especialmente con el vecino del sur: el ataque a nuestros destacamentos de Solano y Torres Causana, en el Alto Napo, en 1904; la derrota en la Guerra del 41; Paquisha y la gloriosa historia del Alto Cenepa. A partir del 26 de octubre de 1998, con la firma definitiva de la paz con Perú, la misión castrense apuntó sus ojos a la frontera norte, identificando al nuevo enemigo que amenazaba la seguridad interna: el narcotráfico.
Lo del siglo XXI es una historia muy compleja. Empieza con la participación de un fragmento de la oficialidad en el golpe del 21 de enero de 2000, cuyos actores principales terminaron dos años más tarde en cargos políticos. Pero de este lado oscuro, pasamos a la tarea de la seguridad interna y al control de las protestas sociales, de un inicio, en apoyo a la Policía Nacional. Pues todo cambió a partir del 9 de enero de 2024, cuando se declara el conflicto armado interno; con esto, las Fuerzas Armadas toman el mando de la seguridad interna, empezando por el control de las cárceles.
Con este breve encuentro con la historia militar, hemos encontrado el día perfecto para saludar a nuestro Ejército ecuatoriano en su día clásico que, desde la Compañía de Guardia del Presidente, allá por el año 1755, hasta el Ejército profesional de nuestros días, es la institución más antigua del Estado, la institución a la que mira nuestra nación con todo el apego y confianza que inspiran sus soldados.
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