El inusual empate entre dos candidatos que concentran el 88% de los votos y deja apenas un 12% a repartir entre 14 candidatos, indica que se adelantó la segunda vuelta, que tuvo éxito el llamado al voto útil. El voto por miedo al contrincante alienta el fanatismo.
El correísmo provoca miedo porque su gobierno dejó víctimas, porque es autoritario y podría quedarse indefinidamente como los dinosaurios de Cuba, Nicaragua y Venezuela; porque ofreció venganza, saldrían de la cárcel los condenados y volverían los prófugos.
El partido de gobierno provoca miedo porque también es autoritario, porque ha pasado por encima de la Constitución y las leyes, porque mal puede ofrecer la reconciliación del país si no puede lograr la reconciliación con su propia vicepresidente. Porque se ha dedicado más a hacer campaña que a gobernar.
Los dos candidatos finalistas necesitaban una dosis de humildad. Ambos dijeron que ganarían en primera vuelta y ambos agitaron el fantasma del fraude. Ambos tienen que corregir errores y ambos tienen que deshacerse de amigos peligrosos. Ambos han empezado mal la segunda vuelta: RC5 con campaña sucia y ADN con extraño silencio.
Los candidatos apelarán al voto nulo, al ausentismo, al voto blando y al voto de los que optaron por otros candidatos. Buscarán el apoyo de Pachakutic, pero será difícil que Iza endose sus votos. No apoyará a la derecha a la que ha combatido, pero tampoco entregará el liderazgo de la izquierda a Luisa porque sería autoeliminarse como líder para el futuro.
El inusual empate electoral puede significar parálisis en equilibrio de gobierno y oposición, pero también puede ser la oportunidad para acuerdos mínimos que permitan recuperar la racionalidad. Autonomía en la conducción económica, defensa de la dolarización, reforma de la Seguridad social, organismos de control independientes, son acuerdos mínimos que deben debatir la sociedad organizada, las élites y la academia. Los políticos no buscan la reconciliación.
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