Uno de los instintos más importantes del ser humano es la búsqueda permanente de aceptación, en la familia y en el grupo social del contexto en el que se desarrolla: academia, barrio, condominio, deportivo, político y ahora en las redes sociales de la realidad virtual.
Esta necesidad tan vital, se origina en la evolución de millones de años que aprendimos a vivir en manadas, hordas, tribus y ligas; no pertenecer a un grupo equivalía a morir, frente a los peligros y depredadores del entorno, así como para la caza y compartir el alimento.
Los últimos 10 mil años, dejamos de ser nómadas y pasamos a sociedades más grandes a las cuales nuestro cerebro se va adaptando, en todas nuestras actividades buscamos la inclusión en cada núcleo bajo la aprobación de padres, autoridades o líderes, quienes ponen en nuestras mentes los sistemas normativos básicos con los cuales debemos dirigirnos y relacionarnos con los demás.
Estos sistemas de ideas que norman nuestras vidas se sostienen en premisas que en su mayoría son implícitas y difíciles de ser descifradas; rigen nuestras acciones y nos negamos a reconocer su error, nos aferramos tanto a ellas que somos capaces hasta de morir o matar en su defensa o de sus líderes, porque representan la seguridad para seguir viviendo.
Este es el origen de mitos, teorías, ideologías, equipos, nacionalidades y más gustos que se venden y consumen, sin darnos cuenta que a través de ellos nos manipulan y mantienen esclavos de sus relatos y aspiraciones.
Así pues, la libertad absoluta no existe, siempre estaremos sujetos a los principios y reglas de juego de doctrinas, narraciones y justificaciones de sistemas, que mientras mas se alinean a nuestras premisas mas poder tienen sobre nuestro comportamiento.
En el actual cambio de época, este fenómeno se vuelve más directo a través de las redes: por un lado la búsqueda de ser aceptado en el grupo por “likes” y ser identificado aunque sea por bots; por otro lado las falsas narrativas (fake News) disparadas por ejércitos de troles, nos convierten en presas fáciles de intereses que nos llevan a consumir en exceso desde productos tóxicos y pornografía hasta a ser manipulados para votar por el candidato oculto tras esta falsificación.
¿Cómo podríamos librarnos de esta nueva esclavitud? Descubriendo cuáles son las bases (premisas) de nuestro sistema de valores y cuál es el origen de la información recibida, en una época en la que “la humanidad vive más de la mentira que de la verdad”.
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