Hace 30 años, la historia del Ecuador tuvo un cambio trascendental a raíz de un evento que todo ecuatoriano lo reconoce como un triunfo nacional: el conflicto localizado en el Alto Cenepa. No podríamos desconocer que, en 1995, nuestro país fue un modelo de unidad nacional, dado que los miles de combatientes, tanto en aire, mar y tierra, dieron todo de sí, en nombre del pueblo y de sus Fuerzas Armadas, de allí que, con este hecho heroico, la patria cambió el panorama. En mejores palabras diríamos que, desde esa fecha, nos hemos consagrado como un país victorioso en el capo militar.
Resultaría ingrato, pero necesario, recordar que el Ejército peruano inició sus operaciones invasivas desde 1904, cuando atacó nuestro destacamento de Torres Causana, en el río Napo, teniendo en la lista de héroes nacionales de la resistencia de aquel episodio al teniente coronel Lauro Guerrero. En cuanto a la guerra del 41, la frontera sur fue invadida, teniendo como nefasto resultado la pérdida de 273.000 kilómetros cuadrados de nuestro Oriente ecuatoriano, un Ejército derrotado y una diplomacia humillada en la reunión de cancilleres celebrada en Río de janeiro, cuando firmaba el infame “Protocolo de Paz, Amistad y Límites” que dejó los 178 kilómetros no limitados en el suroriente para conflictos posteriores.
Décadas más tarde se dio una escaramuza en Paquisha, Mayaicu y Machinaza, donde el Ejército ecuatoriano supo reaccionar ante un ataque de medianas consecuencias.
En la década de los noventa, la situación política de Perú estaba en grave inestabilidad, a lo que se sumaba una amenaza interna desde los grupos terroristas Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. Aquel panorama peruano debía tener una cortina de humo, construida con una guerra internacional que buscaría el prestigio del presidente Fujimori y una frontera por definir. Entonces apareció una provocación muy discreta con la ocupación de un destacamento peruano en Base Norte. Así nació también un conflicto localizado, el 26 de enero de 1995, con una operación ofensiva de nuestros soldados del Escuadrón Zafiro, de la Brigada Fuerzas Especiales, quienes lograron desalojar a los vecinos en una zona en disputa.
Durante los tres meses de conflicto, cada día era favorable para nuestro país. Patrullas y equipos de combate del Ejército ecuatoriano demostraron valentía y compromiso con la patria. Así también hemos de recordar a nuestra Fuerza Aérea, cuyos pilotos de combate lograron derribar cuatro aviones enemigos un día 10 de febrero; de modo que, el espíritu de guerra, tanto como el apoyo moral y logístico del pueblo ecuatoriano, fueron el reflejo de un país unido, verdaderamente unido, gracias al liderazgo militar y al poder político encabezado por el señor presidente Sixto Durán Ballén y sus palabras de fuerza y vigor: ¡Ni un paso atrás!
Debido a la intervención de los países garantes: Estados Unidos, Brasil, Argentina y Chile, más la presencia de la Misión de Observadores Militares Ecuador – Perú, Momep, el conflicto fue cerrando sus efectos hasta alcanzar el cese de fuegos, la desmilitarización y la desmovilización de todas las tropas comprometidas en aquel enfrentamiento internacional, teniendo como saldo para Ecuador cientos de heridos y mutilados y 32 fallecidos en combate quienes, meses más tarde, fueron reconocidos como héroes nacionales.
Si hay un episodio que más nos llena de orgullo, ese episodio se llama Alto Cenepa. Un canto a la unidad nacional, un himno a la patria, unos soldados que protagonizaron la nueva historia.
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