Luisa González, candidata por la Revolución Ciudadana, presentó sus principales propuestas para mejorar las condiciones de vida de los ecuatorianos en caso de llegar a Carondelet. Junto a ella, como compañero de fórmula, se encuentra el economista Diego Borja.
Entre sus propuestas clave para el país, González destacó la necesidad de recomponer relaciones internacionales, especialmente con México y Venezuela, para generar empleo, salud, educación y bienestar en Ecuador.
En sus declaraciones, la aspirante a la presidencia subrayó su disposición a hacer todo lo necesario para alcanzar estos objetivos, incluso si ello implicara pasos controvertidos, como facilitar un salvoconducto al exvicepresidente Jorge Glas para reestablecer vínculos con el gobierno mexicano.
“Voy a recomponer las relaciones (internacionales) necesarias para generar empleo, salud, educación, bienestar y mejores condiciones de vida a los ecuatorianos. Lo que tenga que hacer lo haré”, afirmó González, al mismo tiempo que expresó su intención de rehabilitar las relaciones comerciales con México y sus vínculos con Venezuela, sin dejar de lado los desafíos internos que enfrenta el país.
En cuanto a seguridad, González reafirmó su compromiso de no interferir en la justicia, pero destacó que fortalecerá la Unidad de Análisis Financiero y Económico (UAFE) para garantizar que el sistema judicial funcione correctamente. También expresó su firme determinación de depurar la justicia, removiendo a los malos elementos que afectan al sistema judicial.
Sobre la crisis energética, la candidata propuso un plan para rehabilitar la capacidad instalada de generación de energía en Ecuador, lo que incluiría el mantenimiento de las termoeléctricas existentes y la construcción de nuevos proyectos de energía eólica, termoeléctrica y fotovoltaica.
Las declaraciones de la candidata presidencial Luisa González han generado un intenso debate. Sus propuestas para “recomponer las relaciones internacionales” y mejorar la vida de los ecuatorianos parecen más un eslogan que un plan coherente. En el centro de la polémica está su disposición a otorgar un salvoconducto al ex-vicepresidente Jorge Glas para, según ella, restablecer vínculos con México. Esta afirmación no solo es políticamente arriesgada, sino que plantea serias dudas sobre sus prioridades y su comprensión de los desafíos que enfrenta Ecuador.
González menciona a México y Venezuela como los países clave para restablecer relaciones que generen empleo, salud y bienestar. Sin embargo, cómo un gesto tan controvertido como facilitar un salvoconducto a Jorge Glas contribuiría a estos objetivos? En lugar de abordar problemas estructurales como el comercio, la migración o la cooperación tecnológica, la candidata parece utilizar la política exterior como un medio para atender asuntos internos y partidistas.
Mientras México representa un socio económico relevante, Venezuela, en su estado actual de crisis humanitaria, difícilmente podría ofrecer los beneficios que González sugiere. El riesgo aquí es evidente: confundir las relaciones internacionales con un ejercicio de alineación ideológica puede dejar a Ecuador más aislado en el contexto global.
Otro punto de su discurso es la seguridad ya que González promete no interferir en la justicia, pero al mismo tiempo propone “depurarla” y remover malos elementos. Aunque la intención suena noble, no se especifica cómo lo haría sin comprometer la independencia judicial. Además, fortalecer la Unidad de Análisis Financiero y Económico (UAFE) para combatir el lavado de activos es una promesa que, sin un plan técnico y financiero claro, se queda en el papel.
El verdadero reto de la justicia en Ecuador no es solo identificar a los “malos elementos”, sino crear mecanismos que garanticen transparencia y rendición de cuentas. Sin detalles claros, estas propuestas parecen más un mensaje de campaña que una estrategia concreta.
También propone rehabilitar la capacidad instalada de generación de energía con proyectos renovables y termoeléctricas. Sin embargo, no aborda cómo financiará estas iniciativas en un país con un déficit fiscal significativo. Aunque la transición energética es fundamental, González mezcla términos y soluciones sin ofrecer un cronograma o un análisis de viabilidad.
Por ejemplo, apostar al mantenimiento de termoeléctricas, que son contaminantes y costosas, contradice las tendencias globales hacia una energía más limpia. Mientras tanto, los proyectos renovables suenan prometedores, pero su implementación requiere un nivel de planificación técnica que no se detalla.
En general, las propuestas de Luisa González parecen carecer de la claridad y viabilidad necesarias para un país que enfrenta problemas urgentes. Su disposición a tomar decisiones “controvertidas”, como otorgar salvoconductos a figuras condenadas, no solo pone en entredicho su compromiso con el Estado de derecho, sino que podría abrir la puerta a percepciones de impunidad y manipulación política.
Ecuador necesita liderazgos capaces de proponer soluciones sólidas, realistas y alineadas con las demandas del contexto actual como lo ha hecho Daniel Noboa… Declaraciones ambiguas y políticamente riesgosas como las de González generan más dudas que confianza, y exponen un peligroso vacío estratégico en su visión para el país.
Es momento de exigir propuestas concretas y alejadas de las controversias personales. Ecuador no puede darse el lujo de elegir el futuro basándose en promesas vagas o en discursos cargados de ideología. Lo que se necesita es un plan serio, respaldado por análisis técnicos y decisiones responsables, no solo buenas intenciones.